Francia y Marruecos se medirán el próximo miércoles por un puesto en la final del Mundial de Qatar en el que será su sexto enfrentamiento, el primero desde 2007 y el primero que no será amistoso, sin que los galos hayan conocido por ahora la derrota, con un balance de tres victorias galas y dos empates.
Sin embargo, el cuadro africano puede presumir de haber ganado contra los galos el trofeo Hasan II en 1998, pocos meses antes del Mundial que los 'bleus' iban a organizar, tras haber empatado a dos y haberse llevado la tanda de penaltis.
Esa gesta, con goles de Salaheddine Bassir, que igualaron los que habían logrado Youri Djorkaeff y Laurent Blanc, quedó grabada en la memoria marroquí, que vivía una época gloriosa con la generación de Mustapha Hadji y Noureddine Naybet, y llenó de dudas a la selección dirigida por Aimé Jacquet y liderada por Zinedine Zidane, lo que no impidió que las despejaran con el triunfo en la Copa del Mundo como local.
Ambas naciones, que comparten mucha historia en común y lazos sociales y culturales, no se vieron las caras en un terreno de juego hasta 1988, 33 años después de que se pusiera fin al protectorado francés sobre Marruecos y el país accediera a la plena independencia.
Aquel primer duelo tuvo lugar en el estadio Luis II de Mónaco y acabó con resultado de 2-1, con un tanto en propia puerta de Lemriss, que luego empató para los 'leones del Atlas', antes de que Yannick Stopyra diera el triunfo a los de Henri Michel en el marco del llamado Torneo de Francia.
La mayor parte de los choques entre ambos tuvieron lugar durante la generación dorada de la selección de 'Zizou' y con Djorkaeff como gran protagonista.
El tercer encuentro tuvo lugar en Marsella en 1999 y se saldó con un triunfo local por la mínima con diana de Djorkaeff. En vísperas de la Eurocopa 2000, los 'bleus' volvieron a Casablanca y se marcharon con una goleada a su favor, 5-1 con tantos de Henry, Djorkaeff, Nicolas Anelka, Christophe Dugarry y Sylvain Wiltord. Naybet logró el tanto marroquí.
El último enfrentamiento data de 2007, esta vez con Henri Michel en el banquillo africano y una selección gala dirigida por Raymond Domenech que, con la clasificación para la Eurocopa del año siguiente casi asegurada, dio descanso a algunos de sus titulares.