"En Colombia hay enemigos agazapados en la mesa de negociación"

Agencias
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Con «la urgencia y la prioridad» de conseguir la paz definitiva en Colombia, el Gobierno y el ELN apuran las últimas conversaciones del nuevo proceso de diálogo con confianza, pero también recelo ante el temor de que otra vez no lleguen a buen puerto

"En Colombia hay enemigos agazapados en la mesa de negociación" - Foto: Isaac Esquivel (EFE)

La nueva fase de los diálogos de paz entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno de Colombia -por primera vez de izquierdas en la nación- celebrada en Ciudad de México concluyeron el pasado viernes con varios flecos aún por cerrar. Si bien ambas partes consideran que se han conseguido importantes avances, sigue sin firmarse un cese de actividad de la guerrilla. Su comandante y negociador, Pablo Beltrán, se mostró cauto desde el principio de estas conversaciones y espera volver a sentarse a una mesa de diálogo en breve para cerrar los detalles que impiden alcanzar la paz definitiva que tanto se ansía en el país cafetero.

¿Qué significa estar negociando como la última guerrilla en armas de América Latina?
Una responsabilidad muy grande. Varias partes de América e incluso otras partes del mundo dicen: «Ojo, hagan bien las cosas». Tenemos muchas miradas encima. Hay un escritor, William Ospina, que dice que se volvió costumbre en Colombia que la paz se redujo a desmovilizar a una guerrilla, echarle la culpa de todo lo que pasó, y nada cambia. No repetir ese guion es muy importante.

¿Y el hecho de negociar con el primer Gobierno de izquierdas en Colombia? ¿Lo hace más sencillo o más complejo?
Inédita, porque es una mezcla. Ellos son un Ejecutivo progresista con el que tenemos muchas coincidencias en los términos y la urgencia y la prioridad de buscar la paz. Pero, a su vez, representan un Estado en el que todavía muchos elementos del viejo régimen pesan mucho. Es una mixtura. Y tratar con ese tipo de delegación es más exigente. Hay temas en los que ellos mismos tienen contradicciones. 

Lo que parece claro es el diferente nivel de urgencia de las partes. Más paciencia desde el ELN, más celeridad en el Gobierno. ¿Cómo afecta esta cuestión a los diálogos?
Hay una frase muy simple que resume lo que guía esta desincronía del tiempo. Hay que actuar con celeridad pero con rigurosidad. A veces, el Gobierno tiene las prisas de todo Ejecutivo. Apenas tiene un reloj de cuatro años. Pero resulta que, además, en la transición que vive Colombia, el Gobierno está urgido de mostrar resultados, y los sectores digamos menos amigos de los cambios, están urgidos de no dejarlos avanzar. Es un pulso que impacta a la mesa.

¿Ya se han aliviado las tensiones acerca del famoso tuit del presidente, Gustavo Petro, de que se había acordado un alto el fuego bilateral, desmentido por el ELN?
Sí, hablamos, y le dijimos que el ELN cumple lo que acuerda y firma. En lo que nosotros no hayamos discutido y acordado, no nos cubre. Hay un conjunto de acuerdos que hay que cumplir. Esa primera crisis sirvió y hemos elevado los niveles de confianza.

¿Por qué no ha salido un alto al fuego en las conversaciones de México?
El alto al fuego tiene un gran problema. Primero, el arte está en decir qué se prohíbe y qué no. Tenemos una coincidencia en que esto tiene que ser una transición. Vamos probando que vamos cumpliendo, y vamos construyendo confianza. Aspiramos a que, después de este ciclo de México, por lo menos podamos zurcir la esencia de qué es el cese al fuego. No ya un acuerdo, pero sí la idea de que cada parte ponga sobre la mesa cuáles son los elementos esenciales, y sobre eso tener un primer paquete de consensos.

Si el Gobierno mantiene su voluntad política, se podría llegar a un buen acuerdo"

Hace poco salió un informe de la Policía alertando sobre la posibilidad de ataques del ELN.
Eso es una mala jugada. Ya sabemos quién la difundió, ahora estamos mirando quién lo hizo. Tomaron un documento que sí son de orientaciones internas, y a eso entresacaron elementos y le agregaron otras cosas escabrosas. Y con eso hicieron un amasijo que están vendiendo. Eso es muy de costumbre de ciertos organismos de inteligencia colombiana. Les he dicho en la mesa: eso es crear pánico. Tengan cuidado con eso.

¿Y cuál es el objetivo? ¿Sabotear?
Por supuesto. Crear mal ambiente. En Colombia se acuñó un término en uno de los primeros procesos de paz. Se decía que siempre hay enemigos agazapados en la mesa.

Durante estos días fue secuestrado en Arauca el soldado Danilo Bravo, algo que el presidente Petro calificó como un acto que entorpecía las conversaciones.
Nosotros hablamos con la delegación del Gobierno. Les explicamos que es costumbre nuestra que personal de las fuerzas militares que esté de civil haciendo labores de espionaje, lo detenemos. Se le hace interrogatorios, es una retención breve y se llama a una comisión humanitaria y se les entrega. Eso lo hemos hecho miles de veces. Eso significa un respeto a la vida de las personas, pero a la vez tenemos que tomar medidas de defensa. Pronto va a ser liberado.

Usted ha dicho que el ELN no va a tomar medidas ofensivas. ¿Eso está garantizado?
Nosotros no tenemos ningún afán ofensivo en este momento. Habrá cosas defensivas donde sea necesario.

¿La salida del ELN de la lista de grupos terroristas de la Unión Europea se ha tratado ahora que España también participa como país acompañante?
Ya colocamos sobre la mesa este punto. Y quedaron a la espera de buscar respuesta. Es muy importante que España ahora a mitad de año comienza a presidir la UE, y pensamos que queda en buenas manos la solicitud. Para nosotros es muy importante que no estemos en esa lista.

¿Cuáles son las expectativas del fin del ciclo de conversaciones?
Tenemos la determinación de que la mesa avance pese a los enemigos agazapados, pero también siendo conscientes de que el Gobierno está bajo fuego por muchas situaciones, es un Ejecutivo de transición, por decirlo así, y eso impone unos impactos a la mesa. Si mantiene la decisión y la voluntad política, creo que se puede llegar a un buen acuerdo con este Gobierno.