En el edificio de Santa Cruz, la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha presenta una exposición de Juan de Borgoña con el subtitulo de 'un maestro oculto'. La muestra nos descubre, más allá de la espléndida Sala Capitular de la Catedral de Toledo, ahora rehabilitada y restaurada, a un autor ocultado y en parte poco valorado.
La exposición coqueta, cuidada, manejable, sugerente, enseña al espectador dos descubrimientos: al pintor excelente Juan de Borgoña, y los desastres que puede sufrir el patrimonio cultural, civil o religioso, cuando los tiempos o el integrismo imponen valores dudosos sobre el arte, la piedad o las ideas. En la iglesia de Alcaraz alguien pensó que aquellas pinturas humanas y exuberantes no trasmitían los mensajes piadosos que la religiosidad de la época demandaba. No entendían aquellas pinturas, eran demasiado modernas. Se les ocurrió sustituirlas por algo más actual y sobrepintaron sobre las imágenes antiguas imágenes alternativas de escaso valor, pero que debieron parecer el no va más. Afortunadamente no destruyeron la obra del de Borgoña y ahora ha sido posible, tras un proceso casi mágico, rescatar la pintura original. Suerte ha habido. El trabajo de recuperación del retablo se convierte en el motor del recorrido de la exposición a la que se acompaña, para completar el perfil del artista, con otras obras del autor en la Región. No es de extrañar que el Cardenal Cisneros convocara al pintor para decorar la nueva la Sala Capitular de la catedral de Toledo, su gran proyecto. Representaba un arte nuevo, escenográfico, colorista, atrevido, como lo hacía también la familia Berruguete.
La presencia de Juan de Borgoña en la catedral no fue pacífica. Reproducía imágenes dimensionales en paisajes y perspectivas de arquitecturas espléndidas y jardines lujuriosos. Pintaba con técnicas y materiales nuevos. Era un advenedizo para la esclerotizada sociedad de la época. Cuando en Italia todo era bullicio renovador, en los reinos de Castilla dominaba la monotonía y la rutina. Su técnica chocaba con la inercia de los talleres locales y la piedad supersticiosa. Ahora, con esta exposición envolvente se completa el autentico esfuerzo transformador del autor. Unos siglos más tarde podemos disfrutar de unas obras salvadas de milagro. Felicitémonos porque 'un maestro ocultado' haya sido descubierto