Editorial

Las polémicas domésticas sacan a Sánchez del confort internacional

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve hoy a la política doméstica con un nuevo duelo dialéctico frente al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Atrás queda una semana muy agridulce para el jefe de Ejecutivo, que deberá empezar a remontar desde ya mismo en el Senado si quiere frenar el desgaste al que su Gobierno se ha visto arrastrado en pocos días por la polémica en torno a la 'ley del solo sí es sí' y por el debate sobre la modificación del Código Penal para rebajar las condenas por sedición y, supuestamente, también por malversación. La controversia sobre estas dos cuestiones sigue viva y, lejos de apaciguarse, es previsible que continúe durante días, dejando prácticamente sin rendimiento la intensa agenda internacional que Sánchez ha desplegado en los últimos diez días, empezando en la Cumbre del Clima y acabando, ayer, con una intervención en la Asamblea de la ONU.

No es la primera vez en las últimas décadas que los presidentes del Gobierno de España se desempeñan con más comodidad en la política internacional que en la nacional, a medida que crecen los problemas en la gestión doméstica. Sin embargo, lo que podría haberse presentado como un éxito bien trabajado, ha quedado fuera del debate sin provecho alguno. La reunión de cuarenta minutos con el presidente de China, Xi Jinping; el encuentro con los líderes del G-20 en Bali (con notoriedad junto a Joe Biden, el alemán Olaf Scholtz o Emmanuel Macron); y su paso por Corea del Sur para apoyar una misión de empresarios ante el gigante Samsung para atraer inversión a España en el campo tecnológico son tres acciones que quedaron empañadas desde España. Además, se las prometía muy felices el Gobierno al comienzo de la semana pasada con el partido que podía sacarle a la masiva protesta del colectivo sanitario de Madrid en términos de desgaste al PP y a la presidenta Isabel Díaz Ayuso.

Sánchez ha vuelto a España y ha de ser muy consciente de que le aguardan varios asuntos que requieren de solvencia en la gestión si no quiere correr riesgos de que su estrategia descarrile. Ante la polémica judicial por la 'ley del solo sí es sí' reaccionó tratando de templar ánimos y lanzando un mensaje de respeto a los jueces, tarea en la que se encomendó todo el ala socialista del Gobierno frente a sus socios. Y ahí radica uno de sus principales problemas para estas semanas, incluso meses: en sus socios y aliados. Por una parte, la tendencia natural de Unidas Podemos a culpar a otros de sus errores y, por otro, de los grupos minoritarios, que le exigen contrapartidas para la estabilidad parlamentaria del Ejecutivo. Hoy, Feijóo le preguntará en el Senado por la reforma del castigo penal por sedición, con alusiones también la negligencia legislativa de la 'ley de solo sí es sí'. Hoy, Sánchez se juega buena parte de su credibilidad.