1.000 días para cuidar toda una vida

Clara Barrio (EFE)
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Los tres primeros años comprenden la etapa de mayor plasticidad y la más efectiva para realizar intervenciones con impacto positivo en la salud a largo plazo

Los primeros años del niño son cruciales para su crecimiento y para su salud en el futuro, por lo que Fundevas, una ONG formada por mujeres del sector de la ginecología, psicología, y la educación, entre otras especialidades, se ha propuesto trabajar especialmente en esta etapa. Entre sus objetivos está promocionar la atención integral al bebé y a su familia durante sus primeros 1.000 días de vida para garantizar un correcto desarrollo.

Para esta asociación, influir de manera positiva en los 1.000 primeros días es una inversión en la salud, bienestar y felicidad a largo plazo del ser humano. Para ello, se debe acompañar a los sanitarios y centros de salud y apoyar políticas públicas que garanticen el correcto desarrollo de los niños.

En esta etapa, el ser humano tiene una mayor plasticidad y desarrollo cerebral, por lo que es mucho más efectivo realizar intervenciones de detección y tratamiento de trastornos y optimización del desarrollo cerebral, según un estudio del Center of Developing Child de la Universidad de Harvard. Esto supone una ventaja en términos de salud física, salud mental, desarrollo de memorias implícitas y conducta. Así lo avalan diferentes informes de The Open University o Unicef, donde se demuestra que los resultados económicos, académicos y de salud de los adultos están influidos por esta etapa y piden una atención temprana adecuada.

Fabiola Cortés, presidenta de Fundevas, explica que debe haber un cambio de enfoque en el trabajo y las empresas. «Hay que cuidar a la persona y su salud física y mental. Con esta visión en cualquier institución se pensaría cómo podemos ayudar a las personas a encontrarse mejor y ellas mismas producirían más. El ser humano debe estar en el centro de la ecuación», sostiene la experta.

La entidad propone seis retos:

- Construir habilidades en las familias.

- Unir las intervenciones con las fuentes principales de estrés y con especial atención a colectivos más desfavorecidos.

- Incorporar expertos en identificación temprana, evaluación y tratamiento clínico.

- Apoyo a la salud física y emocional y la nutrición tanto de los bebés como de sus madres.

- Fortalecer la calidad del entorno público y familiar con intervenciones interdisciplinares.

- Tener metas claras y definidas.

Abordar estos puntos permitirá un desarrollo de la resiliencia, inteligencia, autorregulación y la capacidad relacional de las personas y un óptimo desarrollo neuronal.

En el ámbito científico, Fundevas señala que los primeros años se crean entre 10.000 y 15.000 conexiones neuronales, aunque la mayoría quedan establecidos antes del nacimiento. Por otro lado, la facilidad de hacer un cambio en el sistema nervioso es mayor y menos costosa en esta etapa. Nuestro sistema de creencias, que condicionan nuestra vida, y el sistema límbico, responsable de afrontar el estrés y regular nuestro condicionamiento emocional, se configuran en estos momentos.