Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Librerías

04/03/2022

En la película de Hitchcock, 'Vértigo', el traumatizado policía, Scottie Ferguson, le pide a su amiga, Magie, alguien que le explique «quién era quién en el primer San Francisco». Pregunta por la historia real de la ciudad, no la oficial. Magie le remite a la librería 'Argosy' y a su propietario Pop Liebel. El librero le contará cómo era «el antiguo, alegre y bohemio San Francisco»  junto con la historia tortuosa de la bella española Carlota Valdés. Una alusión romántica y fundacional a España en la  lisérgica ciudad. Y es que las librerías no solo contienen las historias de los libros que venden, sino también las vidas trágicas o felices de las gentes que en ellas entran. Historias similares se cuentan en  el libro,  publicado en la colección Añil, y presentado en Toledo el 1 de marzo de 2022, titulado 'Librerías de Castilla- La Mancha. Ayer y hoy'. Se desprende  del libro,  editado Alfonso González Calero,  el aroma  épico que sustenta a  las librerías. Y más en  Castilla la Mancha,  territorio no muy proclive  a la lectura.
Supone un riesgo inimaginable  montar un negocio basado en los libros.  Sin embargo, hay gentes que sienten un impulso mágico y utópico para lanzarse a la aventura de  vender libros.  Las librerías, por su propia actividad son el lugar idóneo para una clientela  predispuesta a contar su vida y la de otros. El acrofóbico policía de San Francisco conocerá en esa librería la locura trágica de la misteriosa Carlota. En el libro de Añil descubrimos, entre otras pulsiones, la pasión cívica que empujó a un grupo de toledanos a crear una librería, como entrenamiento  para cuando llegara la  democracia. Se creó una sociedad, Focusa, que a su vez creó la librería Fuenteovejuna,  nacida con la voluntad de ser  lugar de cita y reunión, sobre todo, de gentes de izquierdas. Todo el espectro político, desde el PC al PSOE  hasta el Partido Comunista de los Trabajadores, tuvieron cabida en ese espacio en el que se vendían historias en formato de libros y panfletos con consignas. Se hablaba, se conspiraba y se compraban libros que no existían en otras librerías. Sirvió de ensayo para el funcionamiento posterior de los Ayuntamientos democráticos que  ya rondaban por las esquinas de las gentes politizadas. Fuenteovejuna tuvo, hasta su final, el aire incontaminado de un experimento  cívico  y el sabor de una aventura ilusionante.