Ajuste en las cabañas ganaderas

Vidal Maté
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Los mayores costes de producción y la incertidumbre sobre el comportamiento de los mercados invitan a la prudencia, aunque no hay temor al desabastecimiento

Ajuste en las cabañas ganaderas

El incremento de los costes de producción provocado por la subida de los precios de los piensos o las energías, junto a los interrogantes que se plantean sobre los futuros comportamientos de la demanda, han provocado una reacción generalizada en el conjunto de las cabañas ganaderas en línea de ajustar las posibilidades de producción y esperar tiempos más en calma. En ningún caso se teme por una escasez de la oferta.

En la avicultura de carne, con una producción de 1,7 millones de toneladas, domina el sistema de integración con grupos de empresas-mataderos por un lado y con los ganaderos integrados por el otro -salvo en el caso de grupos cooperativos como Coren-. En este sector, la subida de los precios de los piensos y las incertidumbres sobre el comportamiento de la demanda han provocado una situación de dudas sobre el futuro que implica políticas de precaución. Todo ello impulsó a adoptar medidas de prudencia que se tradujeron en una reducción de la entrada del número de animales en las explotaciones, así como unos mayores plazos a la hora de programar los periodos entre una y otra crianza.

Desde Unions Agrarias de UPA, Román Santalla destaca esta estrategia del sector y, en el caso de las relaciones entre empresas integradoras y los ganaderos integrados, denuncia que se están cargando sobre estos últimos costes que deberían estar asumiendo las empresas que proporcionan los pollitos. Según los datos manejados por la organización, los ganaderos siguen percibiendo entre 0,40 y 0,45 euros por pollo, cuando consecuencia de la crisis y la subida de costes de energía, luz, camas, etc… lo que cuesta criarlos no baja de una media de entre 0,55 y 0,60 euros por animal, lo que supone estar trabajando a pérdidas, situación que pretenden denunciar ante la Administración para que se cumpla lo previsto en la Ley de la Cadena. La organización denuncia además que los precios de salida de matadero se sitúan en una media de 2,19 euros por kilo y que, aunque llegan directamente a la distribución, se comercializan a una media de 3,25 euros.

Desde la interprofesional del sector, Avianza, se estima que la subida de los costes ha provocado una situación de pérdidas para los ganaderos, por lo que consideran normal que en determinados momentos algunos productores metan menos pollos para su engorde o que se alarguen los periodos entre una y otra crianza.

En la avicultura de puesta, con una producción casi mil millones de docenas en base a un censo de 47 millones de animales, la subida de los precios de los piensos en más de un 40% ha constituido el principal problema de los granjeros. El precio de salida de explotación -1,2 euros por docena- para un huevo producido en el sistema de jaula no compensa los costes de alimentación, a los que se suman los correspondientes a la energía.

Los problemas en el sector por el encarecimiento de los gastos fijos se ha aliviado en parte ante la posibilidad de mayores exportaciones. Tradicionalmente las ventas en el exterior de huevos y ovoproductos han supuesto aproximadamente el 20% de la producción. En este momento, las posibilidades se han ampliado a consecuencia de la gripe aviar que afecta a más de 2.000 explotaciones en otros países de la UE. En similares circunstancias se hallan los Estados Unidos, donde también se han abierto nuevas posibilidades para exportar. No obstante esa situación actual de los mercados, desde el sector se estima que en la reposición de animales -sustitución de las bajas- se ha registrado un recorte medio del 4%.

Vacuno y porcino.

En el caso del vacuno de leche, la subida de los costes de producción (básicamente de los piensos y la energía), sumada a los bajos precios de venta, hicieron que se pasara de 838.00 cabezas en 2020 a 824.000 en 2021, para situarse a inicio de este año en 802.000, con perspectivas de seguir bajando a corto plazo. La caída de la producción de leche entre un 3% y un 4% en grandes países productores como Nueva Zelanda o Australia, de casi un 2% en Estados Unidos y del 0,7% en la UE dio lugar a subidas de precios en todos los mercados que, sin embargo, las industrias que operan en España no repercutieron en su momento a los agricultores. Esto se tradujo en más animales destinados a los mataderos cuando sus niveles de producción no compensaban los costes y animados por los buenos precios de la carne.

En este momento, en medios ganaderos, aunque han mejorado los precios, se espera un aumento de la salida de animales de las granjas una vez hayan cubierto el periodo de cuatro meses al año exigido para el cobro de la ayuda comunitaria. Esta reducción de cabezas no va a suponer nada a efectos de la oferta en España que, con una demanda superior a los nueve millones de toneladas entre leche y derivados lácteos, seguirá dependiendo de las importaciones, básicamente de los demás países comunitarios.

En vacuno de carne, los problemas en el sector ya vienen de atrás y se remontan al periodo inicial de la pandemia en 2020 con el cierre de la restauración y caída de la demanda de productos de calidad que ya dejaron tocadas las explotaciones. El sector supone una producción de carnes de unas 700.000 toneladas, a las que se suman otras 50.000 toneladas correspondientes a 199.000 cabezas exportadas cada año, especialmente a los países del norte de África; existen unas 87.000 explotaciones y otros casi 20.000 cebaderos. Argelia ha sido unos de los principales clientes y actualmente tiene cerradas sus compras. La exportación de carne se eleva a unas 200.000 toneladas.

Como consecuencia de los incrementos de los costes se ha producido una reducción en la entrada de animales en cebadero que se ha notado muy especialmente en los importados desde Francia, que pasaron de más de 400.000 a unos 300.0000. En este contexto, los precios de la carne han experimentado una fuerte subida como para que ganaderos de leche se hayan decidido por el sacrificio de las vacas con menos rendimientos. La crisis de los años 2008 y 2009 supuso un ajuste del 15% en el sector y se teme que los efectos de la actual puedan ser superiores, aunque los resultados no se harían visibles sobre la oferta hasta pasado medio año.

En porcino, la crisis de los costes provocada por la subida de los precios de los piensos y de otros medios de producción ha llegado al sector cuando se disfrutaba de unos precios elevados en origen superadas las dificultades de años anteriores. En esta coyuntura, el efecto ha sido menos grave, si bien desde la organización sectorial ANPROGAPOR no se descarta algún ligero ajuste o estancamiento de la producción tras años de crecimiento hasta superar los cinco millones de toneladas, de los que 3,2 millones se exportan. En este contexto, en el peor de los casos se avistaría un ligero ajuste en la importación de lechones, que se sitúa en 2,2 millones de animales anuales para que el sector pueda atender sus operaciones comerciales.

Otro fenómeno que ha provocado la crisis actual ha sido un aumento de los ganaderos que buscan contratos de integración para lograr más seguridad y estabilidad frente a su funcionamiento por libre en los mercados.

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