El reino es de las hayas

Belén Monge Ranz
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Tejera Negra es una maravilla natural que conforma un espectáculo único de colores ocres, rojizos, dorados y amarillos, de los que se puede disfrutar especialmente en temporada otoñal

El reino es de las hayas - Foto: Javier Pozo

Enclavado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara sobresale, por su singularidad, el Hayedo de Tejera Negra, que conforma en otoño un espectáculo de colores ocres, rojizos, dorados y amarillos que la retina no puede contemplar en otras estaciones. Sin embargo, ya entrado el invierno, este espectacular y mágico paraje se muestra, si cabe, más bello e intimista, al unirse a esos últimos tonos otoñales que brinda la madre naturaleza antes de la caída de la hoja las primeras nieves, con frecuencia llegadas con adelanto a estos umbríos rincones. 

Con una superficie de 1641 hectáreas, este hayedo, cuya puerta de entrada se sitúa en el pequeño municipio de Cantalojas, se viste en cada estación de una gama diferente de hermosos colores que sobresalen sobre el persistente verde del musgo y  su arbolado. Todas las estaciones del año suponen un cambio de tonalidades que hace vibrar al visitante, al caminante que recorre sus sendas. Así, del reposo invernal, cuando las hayas se encuentran sin hojas, se pasa a los brillos y colores llamativos de la primavera con el zumbido del agua discurriendo con premura. Luego llega verano, y después, la caída de la hoja de la temporada otoñal, en la que salen los frutos color carmín de los escaramujos. 

El otoño es la estación de mayor afluencia de turistas, a los que seguramente atrae también el toque de romanticismo que adquiere este mágico lugar donde duermen tranquilas hayas de más de 400 inviernos. Se trata de la reina indiscutible del paisaje, pero no la única. 

El reino es de las hayas El reino es de las hayas - Foto: Javier PozoEn este hayedo se esconden sonidos variopintos que te trasladan a esos cuentos de hadas, duendes y nomos, que viven bajo la enorme variedad de hongos que habitan aquí, confundidos entre la maleza.  

Patrimonio de la Unesco desde el 7 de julio de 2017 en una candidatura conjunta con el Hayedo de Montejo (en Madrid), y bajo la denominación de Hayedos de Ayllón, Tejera acoge hayas centenarias de 300 y 400 años. Su singularidad se la otorga el ser el hayedo más meridional de Europa. Aquí, las hayas sobreviven en el umbrío lugar en el que surgió este bosque cuando el clima era más frío y húmero que hoy. No obstante, todavía la topografía favorece la formación de nieblas y precipitaciones en algunos puntos, aunque cada vez menos frecuentes debido al cambio climático.  

Pero aún sigue siendo un bello paraje de hayedos, abedules, serbales, arces, mostajos, acebos, y también tejos, que fueron los que le dieron el nombre de Tejera, precisamente por su oscuro color verde. Y aunque al entrar en este bosque son las masas de roble melojo y pino silvestre lo primero que se percibe, el reino es de las hayas, con una extensión de unas 400 hectáreas. 

El reino es de las hayas El reino es de las hayas - Foto: Javier PozoA medida que uno se adentra en el bosque puede observar también el lagarto verdinegro y la lagartija, y junto a los transparentes riachuelos, aves como petirrojos , mirlos o lavanderas, inconfundibles por el movimiento oscilante de su cola cuando posan en el suelo. ¿Y los mamíferos? habitan jabalíes, corzos, ardillas, hasta gatos monteses, ginetas y comadrejas; incluso se pueden llegar a ver nueve especies de murciélago, que tiene en este ecosistema un refugio de importancia. 

Todo ello, entre el susurro tranquilo o excitado del agua y su devenir animoso, con la presencia de la trucha común como inquilina como un atractivo más de este paraje de veranos suaves y frescos e inviernos fríos y duros, con frecuentes nevadas, con un clima más propio del atlántico centroeuropeo que del mediterráneo, donde el cambio climático empieza a hacer estragos. 

Su huella se deja notar ya en algunos rodales. Se trata de ecosistemas que están casi al límite y que, por tanto, son los primeros en sentir los efectos del cambio. 

Por ello, desde el Gobierno regional se realiza un seguimiento de las hayas para observar la afección que pueden tener. No faltan los tratamientos selvícolas para mejorar y fomentar la vida de este paraíso singular y fácil de recorrer y de disfrutar gracias a las diferentes rutas que hay señalizadas. 

El pasado octubre se celebró en Campillo de Ranas un encuentro de expertos para hablar sobre la adaptación de los bosques al cambio climático. En él se puso sobre la mesa la gestión de los montes frente a esta amenaza. Saben que conseguir la adaptación del hayedo a estos cambios es algo más complejo por el hecho de  encontrase al límite de su área de distribución, lo que le hace más vulnerable.  

Pese a esta amenaza, Tejera Negra sigue siendo hoy en día uno de los parques más visitados de Castilla-La Mancha. Su declaración como Patrimonio de la Unesco fue un impulso más para un paraje que, sin duda, se sitúa en lo más alto del pódium como maravilla natural singular.