Ha sido otro año difícil y no estamos para dispendios, pero siempre cae algo. Los Reyes Magos, pese a los recortes que impone la inflación y la prudencia del momento, no van a olvidarse de nuestros personajes públicos ni de quienes trabajan para hacer posibles nuestros sueños… Y nuestras pesadillas. 
Felipe VI: Clases intensivas de encaje de bolillos. Pues resulta muy difícil «encajar» las reformas de los delitos de sedición y malversación y callarse ante el control gubernamental de las instituciones.
Doña Letizia: Algún traje emperifollado, tipo mesa camilla, de la marquesa Ágatha Ruiz de la Prada. Seguro que así la estrambótica diseñadora cambiará su opinión sobre ella y no le parecerá tan hortera.
Rey Emérito: Dependiendo de dónde pase las Navidades: una nueva chilaba o un barquito velero para navegar por las aguas de Mallorca recordando viejos tiempos.
Sánchez: Un nuevo detector de mentiras, porque los funde y no le duran nada. También un vídeo de su toma de posesión en el Palacio de la Zarzuela, para que repita 200 veces aquello de «prometo guardar y hacer guardar la Constitución». 
Núñez Feijóo: Un puzle de la España que va dejando Sánchez.
Puigdemont: Un décimo de Lotería (con el gordo de Junqueras) y un coche de amplio maletero para salir de su retiro dorado en Waterloo.
Junqueras: Otra remesa de urnas made in China, porque los demás regalos ya se los ha hecho Pedro Sánchez. 
Díaz Ayuso: Una muñeca de Playmobil, una selección de sus mejores discursos contra Sánchez y el mapa de Madrid a gran escala. 
Yolanda Díaz: Cosas «chulísimas», como las que sólo ella sabe hacer. Y, de paso, una calculadora para contar los votos que su plataforma Sumar le puede «restar» a la familia Iglesias-Montero. 
Iglesias: Un viaje «gratis total» por Perú y Argentina. Cuando haya resuelto los conflictos de estos países, puede prolongar la gira por Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, México y Nicaragua. Así estará entretenido y dejará de señalar a periodistas que no son de su cuerda.
Calviño: El cuento de la lechera, pero sin que se note mucho que es un cuento con distintos finales, dependiendo de quien haga las previsiones. 
Iceta: Más cuentos, pero en castellano, sobre las peripecias de un ministro de Cultura y Deporte con amnesia. Ha olvidado que en octubre de 2017 se produjo en Cataluña una declaración de independencia.
 Otegi: Una cazadora con capucha y un micrófono para anunciar por las plazas y calles de Euskadi que los herederos de ETA tienen cogido a Sánchez por salva sea la parte.
Irene Montero: Se niega a aceptar regalos de los Reyes Magos, por machistas. Recuerda que siguen sin aceptar a las Reinas y regalan cocinitas y muñecas a las niñas. 
Rufián: Se ha vuelto a pasar de la raya y este año se queda sin regalo. Claro que para regalo el que les espera a los vecinos de Santa Coloma de Gramanet, si sale elegido alcalde. 
Zapatero: Una novela de realismo mágico, ambientada en la Venezuela de Hugo Chaves. 
Colau: Un chándal a rayas, unas zapatillas a cuadros y un patinete para moverse por Barcelona. Así conocerá lo que opina la calle. 
Garzón: Un carrito de la compra para que se conciencie del encarecimiento de los productos de primera necesidad, en lugar de hacer campañas absurdas sobre alimentación.
Echenique: Un ejemplar de la Constitución Española, para que repase el artículo 117, donde se dice textualmente: «la justicia emana del pueblo y se administra por jueces y magistrados independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley». Vamos, que no es posible hacer una justicia a la medida de sus intereses. 
García-Page: Un calendario, tipo agenda XL, para anotar las inauguraciones y promesas electorales que le esperan de aquí a la primavera. Y una alerta que le avise de hasta dónde puede llegar en sus críticas a Sánchez.
Fernando Simón: Anda desaparecido y no ha sido posible localizarlo.
Messi: Cualquier bobada, fabricada en los Países Bajos.