Crónica de varias ascensiones en globo en 1903

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

Crónica de varias ascensiones en globo en 1903

Como han podido leer ustedes, el texto que nos dejó el comandante Codoaldo Piñal contiene tal cúmulo de detalles que no sólo nos permite conocer de primera mano la realidad del Parque de Aerostación en sus primeros años, sino conocer a la perfección los globos con los que contaba en aquellos momentos en ejército español. 

Pero es que, además, en los párrafos que nos narra algunas de las ascensiones realizadas en 1903 lo hace con tanto detalle y precisión que casi nos permite instalarnos en la barquilla del globo y acompañar con la imaginación a aquellos intrépidos aerosteros en sus viajes. En uno de ellos iremos desde Guadalajara hasta más allá de Tarancón, internándonos en La Mancha; y en otro llegaremos hasta Galápagos. Disfruten ustedes conmigo:  

«Las operaciones de inflar un globo y disponerlo para la ascensión, subir, prestar el servicio que se le encomiende y tomar tierra, son por extremo delicadas, y exigen conocimientos muy especiales y gran práctica, la cual no se consigue sino a fuerza de ascensiones y cuidadosa observación.

El globo Marte lleva ya hechas veinticuatro ascensiones libres, y cinco el Venus. En ellas y en los constantes trabajos de globo cautivo, han adquirido la más sólida instrucción nuestros ingenieros militares.

El tiempo necesario para armar, cargar y disponer un globo es de una hora, y el coste de la inflación de unas mil pesetas, pudiéndose trasladar el gas de un globo a otro, si así conviniera, lo cual se practica en los días de ascensiones libres para aprovechar el gas del globo-cometa, después de algunas ascensiones fijas.

Una vez cargado el globo, se orienta, se le coloca la cuerda-freno y la barquilla, se lastra con sacos de arena del peso de 15 kilogramos cada uno, quedando, por último, retenido por el esfuerzo de los hombres hasta el momento en que suena el punto de atención, soltando todos de una vez las cuerdas de maniobra a la voz del capitán.

El globo comienza a elevarse de una manera suave y majestuosa, y aumentando poco a poco su velocidad ascensional, se eleva a la altura posible en el servicio de globo fijo y a la que convenga en el de libre.

El capitán u oficial de ingenieros que lo dirija, arroja lastre a medida que lo necesita, determinando nuevo ascenso, hasta buscar el equilibrio o la corriente más favorable a la marcha. Prodúcese el descenso por la pérdida de gas, enfriamiento o abertura de la válvula correspondiente.

Un globo que corre entre nubes determina grave peligro, pues el aeronauta no tiene puntos de referencia y va arrastrado sin darse cuenta hacia dónde.

El globo libre lleva una cesta a manera de pequeño palomar, del cual va soltando el aeronauta palomas donde lo cree necesario, las cuales llevan las noticias consiguientes a la misión que a aquél le haya sido confiada.

En el descenso se procura escoger el terreno, y que cojan los habitantes del campo la cuerda-freno, pues de arrastrar libremente por el suelo pudiera engancharse en árboles, casas, etc., y es preciso observar atentamente cuándo es oportuno tirar de la banda de desgarre, para determinar la inmediata caída, sin cuyas precauciones pueden ocurrir graves accidentes.

Una vez tomada tierra, empieza la enojosa y pesada operación de recoger el globo, plegarlo, cargarlo y transportarlo a la estación férrea más próxima, para volver al Parque aerostático, donde se procede a un minucioso reconocimiento y reparación de averías. Una de las últimas ascensiones libres fue dirigida por el capitán Jiménez, al cual acompañaban los tenientes Gordejuela y Navarro.

La fuerza ascensional del globo era 800 gramos por metro cúbico; elevóse hasta unos 2.000 metros, donde se equilibró, tomando rumbo en dirección del Este. Pasado que hubo el Tajo, la bruma formada por la evaporación de las aguas del mismo dio lugar a la formación de algunas nubes, en cuya sombra llegó a introducirse el globo, dando por resultado un descenso; y como quiera que los aeronautas observasen que en las capas inferiores tenía el viento una dirección más al Sudeste, y las condiciones del terreno eran buenas, se pusieron en esta dirección, logrando pasar de Leganiel a las inmediaciones de Tarancón.

Pasada la vía férrea de Cuenca, la influencia de otra pequeña nube volvió a determinar nuevo descenso, que permitió a los aeronautas ponerse al habla con la gente del campo, entregada allí a las faenas agrícolas.

Volvieron a elevarse hasta alcanzar unos 1.200 metros, y como a partir de este instante la velocidad del viento resultó aún menor y muy variable, comenzó una subida en sentido helizoidal, que no permitía a los aeronautas fijar el rumbo.

En esto apareció una nube de gran espesor que no pudo ser atravesada por el globo, determinando un descenso, y como el terreno ofreciese seguridad para la bajada y el globo había marchado durante cinco horas, se dio por terminado el viaje, tomando tierra sin novedad a 49 kilómetros de la más próxima estación de ferrocarril.

En todas las poblaciones y caseríos del trayecto saludaba la gente con vivas a los aeronautas y les invitaba a bajar.

En la última ascensión libre, dirigida por el capitán de Ingenieros Sr. Nava, y en la que le acompaño el capitán de Caballería Sr. Lacerda, ayudante del general subsecretario de la Guerra, se obtuvieron algunas fotografías del terreno, de las que una especialmente, tomada desde el globo y casi en la vertical que pasaba por el pueblo de Galápagos, resultó extraordinariamente detallada y fija, como se ve en el grabado correspondiente.

Otra de las ascensiones fijas fue dirigida por el teniente coronel Sr. Vives, jefe de todos estos servicios combinados, al cual acompañó el que esto escribe, como jefe del grupo de plaza y sitio de la Escuela Central de Tiro de Artillería, habiendo podido apreciar una vez más la necesidad absoluta del servicio aerostático, como poderoso e indispensable auxiliar de la artillería, lo cual ha hecho decir a un distinguido jefe que los globos cautivos son los ojos de los artilleros, frase que gráficamente demuestra la importancia de dicho servicio».

Las ilustraciones de hoy fueron algunas de las publicadas por "La Ilustración" junto con el texto del comandante Piñal. Con la primera nos podemos aproximar al Campo de Aerostación, en las orillas del Henares, en terrenos del actual barrio de Los Manantiales. En la segunda recogemos el momento en el que el autor de la crónica embarcó junto al coronel Vives, jefe del Parque, para una ascensión; también la vista de Galápagos tomada desde uno de los globos en las maniobras de ese año.