El amor materno

Antonio Herraiz
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Desde Red Madre Guadalajara ayudan a las mujeres embarazadas que plantean dudas sobre seguir adelante con la gestación. Les acompañan sin invadir su espacio de libertad y ocho de cada 10 deciden tener el bebé

El amor materno - Foto: Javier Pozo

Hay trabajos que deberían estar reservados a determinadas personas antes incluso de crearse; puestos para los que se exige una sensibilidad innata que no se aprende en ninguna facultad. Cuando Esther Martínez (Guadalajara, 1973) empezó como voluntaria en Red Madre, conocía bien lo que es un embarazo complicado. «En teoría venía un niño que era inviable. Aunque los pronósticos no podían ser peores, la palabra aborto no tenía ningún hueco en mi cabeza». Quería ese hijo -que era el segundo- y había que intentarlo. «Rodrigo fue un gran prematuro que nació con muchos problemas. Hoy es un estudiante de primer curso de Medicina, juega al balonmano y, junto a su hermano José Luis, es lo mejor que me ha dado la vida». Para afrontar el reto, contó con el apoyo incondicional de su marido y de toda la familia. «Esto no siempre es así. Ves a muchos hombres que le endiñan el marrón a la madre y así esquivan cualquier responsabilidad». Esther nunca estuvo sola en ese lance que le colocaba el destino y su propia experiencia vital le ha llevado a comprender mucho mejor a las madres que acuden a la asociación pidiendo ayuda. Además, su historia familiar incluye un elemento más que no aparece en su currículum laboral y que es relevante. Junto a su hermana gemela, es la mayor de siete hermanos, seis chicas y un chico. «Cuando ves que tus padres están abiertos a la vida de manera tan natural, lo integras y lo promocionas». 

Esther ha estado ligada a la asociación Red Madre desde su misma creación en Guadalajara. «Llevaba funcionando dos años en España y un grupo de amigas nos coordinamos para empezar con el proyecto en la provincia». De aquello han pasado 14 años y durante todo este tiempo han atendido a cerca de 1.300 mujeres, facilitando el nacimiento de más de 700 niños. «Es una asociación aconfesional y apolítica. Nuestro único lema es Nunca estarás sola. Resume perfectamente nuestro objetivo: acompañar, ayudar y asesorar a las mujeres embarazadas que se dirigen a nosotras». No todas las que van al centro ubicado en la calle Teniente Figueroa presentan dudas de si abortar o no. A Red Madre se acercan todo tipo de mamás que están esperando un bebé y que tienen dificultades o miedos sobre cómo afrontarlo. «En los casos en los que hay riesgo de aborto, les planteamos todas las opciones que tienen para no echarse atrás. Hay muchos motivos y hay que explicarlos sin invadir la libertad de la madre. Lo primero que les preguntamos es qué necesitan para sacar a su hijo adelante. Se intenta hacer un traje a la medida de cada mujer. Que cada mamá se sienta única porque cada embarazo es único. Si aun así decide interrumpir el embarazo, hay que respetarlo». De todas esas mujeres que presentan serias dudas, ocho de cada 10 siguen adelante con la gestación. 

La puerta de la asociación Red Madre está también abierta para aquellas mujeres que han decidido abortar. «Como sociedad, no sabemos socorrer a una mujer que acaba de romper de forma voluntaria un embarazo. No entendemos cómo puede estar dolida si, en teoría, lo ha hecho para quitarse un problema». Es lo que se llama el síndrome postaborto que te lleva a determinados comportamientos que están relacionados. «Ese paso les provoca una herida y, para curarla, necesitan ayuda». 

Las paredes de Red Madre Guadalajara guardan más historias felices que fracasos. «Aquí hay muchos lloros, eso es verdad, pero que dejan lágrimas que sanan». Porque a la asociación no van los que no tienen ningún tipo de dificultad. Son parejas en riesgo de exclusión que se enfrentan al reto de ser padres con muy pocos recursos. Mujeres menores de edad, madres procedentes de otros países que apenas conocen el idioma ni la ayuda que pueden recibir, jóvenes cuya situación económica es crítica y no quieren que su hijo se vea abocado a la miseria. Situaciones muy diversas que cuando deciden dar un paso adelante «nunca se arrepienten. Y eso no quita para que sigan teniendo complicaciones, pero cuando vuelven con su hijo, te contagian una alegría que es difícil de describir».

Esther me enseña el álbum de fotos de toda la gran familia Red Madre. Son las imágenes de los niños que han nacido bajo el cobijo de esta asociación sin ánimo de lucro. Para seguir desarrollando su trabajo a favor de la natalidad y de la vida, necesitan ampliar el número de socios. Su aportación económica es clave para que esos llantos tornen en sonrisas.