Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Un puzzle por armar

12/02/2022

Estaba previsto que fuera un paseo militar con la reintronización de Alfonso Fernández Mañueco en el gobierno de la Junta de Castilla y León casi sin hipotecas porque la mayoría suficiente estaba al alcance de la mano. La marcha se ha hecho muy larga para el Partido Popular obligado a cambiar varias veces su itinerario de campaña mientras sus competidores han recuperado el resuello y están en disposición de disputarle el triunfo al final de la carrera a las ocho de la noche el 13-F. 

El peor adversario del Partido Popular ha resultado ser el mismo, porque en los últimos días de campaña no ha ocultado que la preocupación ha comenzado a hacer mella entre sus dirigentes regionales y nacionales y han rebajado sus expectativas iniciales, mientras que el PSOE se esfuerza por disimular y se da por resucitado y en disposición de armar a escala un gobierno Frankenstein, o Drácula, o un híbrido de ambos.  

Ante el momento decisivo de introducir el voto en la urna los ciudadanos de Castilla y León tienen ante sí un buen número de piezas que tienen que manejar para que a partir de los resultados se pueda armar el gobierno autonómico. Lo primero que tienen que decidir es si acuden a votar, porque de la participación depende en buena manera los resultados y será el indicativo de quien ha sabido movilizar más y mejor a sus simpatizantes. De ahí la preocupación de los dos grandes partidos y su empeño en convencer a los indecisos, y a los desmemoriados de anteriores elecciones, de que su oferta es la mejor, con el recurso al llamamiento al voto útil para fortalecer sus posibilidades de encabezar un gobierno. Aquí entra en juego el 'general invierno' que puede hacer fracasar estas maniobras y favorecer la abstención que, en principio, perjudicaría al PP.   

De la misma forma que era difícil prever que se llegaría a la cita con las urnas con tantas incertidumbres sobre los resultados, todo puede cambiar y dar la razón a aquellos que se aventuraron a adelantar las elecciones ante una supuesta traición nunca bien explicada y por lo intereses personales de Pablo Casado. Puede ser un boomerang, porque de contar con el apacible socio naranja que, aunque tuviera sus cosas, estaba en sintonía Mañueco y ahora se puede ver obligado a compartir su Ejecutivo con los montaraces de Vox decididos a no dar gratis su apoyo y condicionar su acción política desde dentro, preferentemente, o desde fuera.   

El socio despechado no parece que vaya a estar en condiciones de reeditar la coalición porque su representación en procuradores va a menguar y, además, su representante, Francisco Igea, ya ha entonado el "con Mañueco, no" y habría que ver su disposición a integrarse en el bloque del cambio con PSOE, Unidas Podemos y los representantes de la España Vaciada, que se mantienen como el fiel de la balanza sin desvelar sus cartas, pero en posición de prevengan, dispuestos a apoyar a quien se encuentre con posibilidades de gobernar, lo que quiere decir poco. O mucho.    

En los momentos finales de la campaña "los problemas de la tierra" han ocupado el centro de los mensajes de los candidatos, lo que no oculta la repercusión nacional de los comicios autonómicos dado que, en efecto, Pablo Casado sí se presenta el domingo en su disputa con Díaz Ayuso, mientras Juan Manuel Moreno espera en Andalucía si pone sus barbas a remojar.