"Pedir al PP que llegue a acuerdos con este Gobierno es absurdo"

R. Briongos
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Mariano Rajoy, expresidente del gobierno - Foto: JUAN LAZARO

Las fotografías presiden la elegante y funcional oficina que Mariano Rajoy (Santiago de Compostela 1955) utiliza en el centro de Madrid. Las hay de todos los tipos: grandes, pequeñas, en blanco y negro, en color, horizontales, verticales, de primeros planos y generales, con y sin marco... Todas ellas, sin embargo, congelan un momento importante de su trayectoria política, que abarca más de 40 años desde que formara parte de aquel parlamento gallego de 1981 del que guarda un magnífico recuerdo. «Allí había gente muy inteligente», recuerda mientras repasa sus nombres como quien recita de memoria la alineación más exitosa del equipo de fútbol de sus amores. Aunque hay imágenes de carácter, ese instante de felicidad captado por el ojo entrenado del fotógrafo, en las mayoría de las instantáneas aparece Rajoy con grandes personajes de la política mundial. Desde Angela Merkel «hay que ver qué mal nos lo hizo pasar al principio, menos mal que luego cambió» hasta Donald Trump «no se portó mal cuando fui a verle». Desde el Papa Francisco, hasta Theresa May «una gran mujer, sobre todo si la comparamos con lo que ha venido después». Una de esas fotos ocupa un lugar prominente y en ella aparece junto a un Barack Obama con las dosis justas de sonrisa y seducción que son marca de la casa. La misma foto que desmiente las palabras de José María Aznar, que esta misma semana aseguraba que desde que el ocupó La Moncloa, ningún presidente había visitado España. Un Rajoy en plena forma y con mejor aspecto físico que cuando seguía en política no quiere entrar en polémicas. Ni en esa, ni en casi ninguna otra.

 

En estas elecciones le ha tocado volver a subirse al autobús de campaña. ¿Lo echaba de menos?
Tengo que decir que me he tomado bastante bien mi salida de la política. Fueron muchos años en los que viví momentos buenos y otros más difíciles, pero el balance es positivo. Han sido 40 años dentro de la política, estoy satisfecho, pero ahora me encuentro inmerso en otra faceta y no lo echo de menos, la verdad, aunque sigo preocupado por lo que pasa en mi país.

 

Supongo que le dará más satisfacciones su oficio de escritor. El que tiene ahora en las librerías no es su primer libro.
Realmente me satisface, sí. Un año después de salir del Gobierno publiqué un libro con el título Una España mejor que hacía referencia a lo que pienso, que dejé un país mejor que el que me encontré. En ese libro hacía un análisis de los asuntos más importantes que se habían abordado durante mi mandato. Fue una etapa con una crisis durísima, pero también con otros aspectos importantes como el fin de ETA, la sucesión en la Corona o lo ocurrido en Cataluña. En Política para adultos, el de ahora, hago tres afirmaciones. La primera, a favor de la democracia liberal, la segunda en contra de los populismos y en la última apunto algunas ideas sobre lo que tienen que hacer las democracias. Pero con un paraguas: la política requiere seriedad, responsabilidad, sentido común, asunción de responsabilidades... No es algo para tomárselo a broma y conviene que haya política hecha por adultos y para personas adultas.

 

Después de lo visto el jueves en el Congreso con la aprobación de la reforma laboral no ahondamos en este tema ¿no?
Pues podemos ahondar, porque la reforma laboral es un claro ejemplo de política infantil. En ella se reforma muy poco, lo plantean porque quieren decir a su electorado que han liquidado la reforma laboral del PP pero Europa, por fortuna, no les ha dejado. Con respecto a lo ocurrido en el Congreso, a los detalles y la bronca no voy a entrar. Esto lo tiene que decidir el Tribunal Constitucional no voy a entrar. Lo que sí quedó claro es que aunque haya habido un voto más a favor de la propuesta del Gobierno, la mayoría de la Cámara está en contra de esa reformita.

 

En cualquier caso, ¿no le parece extraño ver al PP votando junto con ERC y Bildu contra una norma avalada por los empresarios y que, como admite, consolida la reforma que usted puso en marcha?
La CEOE hizo lo que tenía que hacer, que es evitar un mal mayor. Si no llega a estar en ese acuerdo, no sabemos qué reforma habrían hecho entre el Gobierno, los sindicatos, ERC y Bildu. Pero mi partido también, porque es partidario de la reforma laboral que hicimos y funcionó. Y aunque lo que se ha introducido ahora son temas menores y por razones puramente políticas, empeora lo que se hizo en su día. Yo hubiera hecho lo mismo en este asunto.

 

No ha elegido mal momento para sacar el libro ahora que lo gallego está de moda con Tanxugueiras, Yolanda Díaz…
Je, je, je. Mire, con absoluta franqueza, lo de Eurovisión no me lo sé, pero en el Congreso de los Diputados ya se debate cualquier cosa.

 

¿Qué político en activo cree que está más necesitado de leer su libro? Y no me diga Alberto Garzón que ya está muy visto.
Al presidente del Gobierno (pausa).

 

¿Y por qué?
Porque la gran decisión que tomó, que fue crear el Gobierno Frankenstein en contra del criterio de la mitad de su partido, ha sido decisivo para que el populismo haya llegado al Gobierno y haya impregnado la vida institucional en este país. Es el acontecimiento político más grave que se ha producido en España

 

¿Qué consecuencias cree que ha tenido, más allá de lo político eso que considera el acontecimiento más grave?
La principal es la enorme polarización que ha creado en España y la imposibilidad de llegar a acuerdos. Pedirle al PP, que es el principal partido de la oposición, que llegue a entendimientos con un Gobierno sustentando por ERC y Bildu es simplemente absurdo. Esto provoca también que crezca Vox, que tiene ya no sé cuantos escaños, y que surjan partidos por doquier con uno o dos diputados y esto dificulta mucho la gobernabilidad del país. Hoy en el Congreso hay 17 partidos representados y el jueves vimos cómo la reforma laboral salió adelante por un voto, después de que dos cambiaran el sentido del suyo… Todo ello es consecuencia de crear el Gobierno Frankenstein. Un enorme error que ha puesto al populismo donde está ahora.

 

Pues todo parece indicar que el número de formaciones va a crecer. Sobre todo si tienen éxito las candidaturas de la España Vaciada que se presentan en las elecciones de Castilla y León.
Sí, y ahora que puede incrementarse el número de partidos yo le diría a la gente que ya no es el momento de hacer experimentos. ¿Qué ha aportado al final a España Ciudadanos o Podemos? ¿Cuál va a ser su futuro? ¿Qué ha aportado Teruel Existe a España o incluso al propio Teruel? La historia reciente de este país, que ha sido la mejor con esos 40 años desde la aprobación de la Constitución, ha demostrado que con dos grandes partidos y acaso dos o tres partidos pequeños más, las cosas han funcionado. Ahora, sin embargo, no están funcionando. Y como siga habiendo más partidos, será mucho más difícil.

 

Pero usted mismo lo ha dicho. La reforma laboral se aprobó por un solo voto y si el voto de una formación minoritaria es decisivo puede traducirse en ventajas para un territorio, por ejemplo en el reparto de inversiones. Lo hemos visto muchas veces con el PNV.
Hay un capítulo en mi libro que lleva por título Los particularismos, qué hay de lo mío. Una de las anécdotas que cuento en él es cuando presenté unos presupuestos y un presidente regional de mi partido dijo que discriminaban a su territorio. Yo lo cité en mi despacho y le puse delante las portadas de los periódicos regionales de toda España. Y todos decían que los presupuestos habían discriminado a su comunidad. Y no digo ya lo que recogía algún periódico de Galicia. Ese es un mal camino. Alguien tiene que dedicarse al conjunto, a España. La proliferación de partidos con una representación pequeña impide hacer las grandes políticas nacionales que benefician a todos.

 

¿No cree revelador que en la presentación de Política para adultos lo que trascendiera fue cómo se miraban Casado y Ayuso y cómo se colocaban para la foto de familia?
Eso es clarificador de cómo el populismo ha impregnado todos los aspectos de la sociedad. No solo hay populismo en la política, también en los medios de comunicación. Hay populismo hasta en el IBEX 35. Y, desde luego, también en los sindicatos.

 

Igual hubiera sido más eficaz desde el punto de vista de la comunicación resumir sus planteamientos en dos o tres hilos de Twitter. Al menos hubiera tenido más llegada.
Espero que sea solo una fiebre, pero es cierto que el gusto y el placer de leer está cayendo.  Se lee menos ahora que cuando yo estudiaba. Pero hay cosas que no caben en un tuit. La política, por ejemplo, aunque hay mucha gente que no lo ha entendido.

 

En estas elecciones autonómicas han venido ya a Castilla y León los pesos pesados del PP ¿tanto se juega el partido?
Esa es una decisión que ha tomado Mañueco con la que quiere decir a los ciudadanos que asume la historia de un partido que ha gobernado en momentos muy difíciles y que se siente orgulloso de ese pasado. A mi me parece bien, voy a acompañarle el día 10 en León porque me lo ha pedido y lo hago con mucho gusto. Aparte de que siempre me guste volver a León, donde viví 10 años.

 

Según todas las encuestas, salvo la del CIS, el PP va a ser el claro ganador. ¿Puede ser ese entusiasmo el peor enemigo de cara a unas elecciones?
Yo a la gente le pediría que fuera a votar. Me gustaría que lo hiciera al Partido Popular, pero le pido que vaya a votar. Estamos en un momento decisivo para España. Si lo que sale ahora en Castilla y León es unas Cortes más fragmentadas aún que el Parlamento nacional, va a ser imposible la gobernación. Votemos, hombre, a las grandes fuerzas políticas que algo han acreditado a lo largo de su historia. No toca ahora hacer experimentos. Bastantes hemos hecho ya.

 

Esas mismas encuestas dicen que Mañueco necesitará para ser presidente a un Vox que ha anunciado que exigirá entrar en el Gobierno. ¿Es partidario de favorecer la entrada de Vox en el Gobierno regional?
Esa es una decisión que debe tomar Mañueco y no soy yo el más indicado para darle consejos, ni siquiera para dar mi opinión en público. Lo que me gustaría es que Mañueco tuviera una mayoría suficiente que le permitiese gobernar porque creo que eso sería bueno para el partido, pero para Castilla y León también.

 

A mí, que no soy gallego, eso me suena a no.
No, no, no. De verdad, prefiero no opinar.

 

También hay quien ve estas elecciones autonómicas como un laboratorio de las próximas generales. ¿Cree que van a marcar el devenir político de este país?
La gente cada vez más distingue entre las diferentes elecciones. Lo que me gustaría es que desde Castilla y León se diera un mensaje de estabilidad. Sería muy malo para Castilla y León y para España que saliera un Parlamento fraccionado e ingobernable. Eso es lo peor que podría salir, lo peor.

 

¿Ve a Pablo Casado fuerte dentro del partido?
Bueno, ser líder de la oposición es muy difícil. Se lo digo yo, que estuve ocho años. Y si usted tiene humor y repasa las hemerotecas verá las cosas que se decían de mí.

 

No me hace falta ir a la hemerotecas. Algunas las escribí yo y tengo buena memoria.
Bueno, je, je, je, pero usted era respetuoso. Otros no. Ser líder de la oposición es muy difícil porque supone que has perdido ya unas elecciones. Pero también es una etapa donde un político puede coger experiencia y aportar cosas a su país Sobre todo, en los grandes acuerdos nacionales que ahora no existen y que también sirven para que desde la oposición se aporte al país. Creo que Pablo Casado ha venido de unas primarias complejas pero espero que las cosas le salgan bien y que pronto pueda ser presidente del Gobierno. 

 

La polémica del pasado fin de semana fueron precisamente unas palabras de Aznar un poco ambiguas sobre Pablo Casado y la posterior contestación de este. ¿De dónde viene esta afición del PP a enredarse en cuestiones que no llevan a ninguna parte?
Yo solo puedo decirle que el jueves voy a León con un único objetivo: decirle a la gente que lo mejor para Castilla y León es que voten a Alfonso Fernández Mañueco. Es lo único que voy a decir.

 

En esta conversación me ha quedado claro qué entiende por populismo y por qué está en contra pero ¿cree que el PP tiene que aprender algo de Vox como partido?
Yo critico a Vox pero no lo demonizo. Ahora va a resultar que Podemos es estupendo y  Vox la quintaesencia de todos los males. Eso no lo diré nunca. Pero esa es la esencia del populismo, que genera polarización. Creo que la mayor parte de la gente está en posiciones templadas y lo que le pide al Gobierno al Gobierno la gente es que funciones los servicios públicos, que haga una buena política económica, porque quiere vivir razonablemente bien, que defienda a su nación y que consiga una cierta paz social. Creo que hay partidos que no contribuyen a fomentar la necesaria moderación y la gobernabilidad tranquila. Esa es mi principal critica, pero claro, tampoco estoy de acuerdo con la política europea de Vox y con sus socios, que son Marine Le Pen y Orban. Yo no tengo nada que ver con eso. Siempre he sido un político moderado, de centro derecha y creo que ahí es donde más se puede acertar. Bueno, por supuesto tampoco estoy acuerdo con su política de inmigración, que consiste en utilizar la desgracia de mucha gente para obtener votos. 

 

Tampoco pueden criticar mucho a Vox porque allí militan muchas personas que antes lo hacían en el PP. Empezando por Abascal o su figura más señera, José Antonio Ortega Lara.
Bueno, yo tengo todo el respeto del mundo a Ortega Lara que ha vivido algo que es realmente terrible. Por tanto respeto todo lo que haga.

 

Si siguiera siendo presidente del Gobierno, ¿qué papel adjudicaría a España en el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Yo estaría con la OTAN, cumpliendo nuestros compromisos. El drama que tiene España es que medio Gobierno está a favor de Putin. Luego se quejan de que Joe Biden no llame a Pedro Sánchez. ¿Pero cómo le va a llamar? Y además ¿qué le van a contar? Yo me alinearía con la OTAN, con los países serios europeos, con Estados Unidos porque lo que está pasando es inaceptable. Si la política internacional es que un país decida invadir otro vamos por mal camino. No me extraña que polacos, lituanos, estonios o letones estén preocupados con todo lo que está sucediendo allí. Y no digamos los ucranianos. Putin no es quien para decir a Ucrania que no puede formar parte de la OTAN. Esa es una decisión soberana del pueblo ucraniano.

 

Esa es la postura que defiende Sánchez y Casado le apoya.
Sí, Ahí han estado bien los dos. Pero  donde está mal Sánchez es teniendo en el Gobierno a partidarios de Putin. Un efecto más de la creación de ese Gobierno Frankenstein del que hablaba,