Salida y embarque para Melilla del Parque Aerostático

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

Salida y embarque para Melilla del Parque Aerostático

En su número correspondiente al día 8 de agosto de 1909 La Ilustración Española y Americana publicó un amplio reportaje fotográfico sobre el embarque y salida por tren desde Madrid con destino a Melilla, vía el puerto de Málaga, de la Sección del Parque Aerostático de Ingenieros, con sede en Guadalajara. 

Se trata, como pueden observar ustedes, de un conjunto de 6 fotografías. Las imágenes, tomadas por Jaime Muñoz de Baena, colaborador en aquellos años de la revista ilustrada madrileña y preparadas en el estudio fotográfico de A. Ciarán de Madrid, están acompañadas de su correspondiente pie explicativo: «1. Despedida de la oficialidad al arrancar el tren. 2. El racho ofrecido a la tropa por el batallón de Ferrocarriles de Madrid. 3. El capitán D. Antonio Gordejuela, que manda la expedición del tren aerostático, con el general Gómez Pallete, comandante general de Ingenieros de la región y los coroneles del Cuerpo, Rodríguez (del Ministerio) y Cañizares (del Estado Mayor Central). 4. Furgones para transportar el hidrógeno comprimido.  5. El carro-cuba y el carro catalán para el servicio. — 6. Los carros portadores do los globos, redes y barquillas».

El acontecimiento que recoge tan ampliamente La Ilustración, había tenido lugar hacía algo más de dos semanas, el día 22 de julio. 

El traslado de la Compañía de Aerostación, con base en Guadalajara, con todo su equipamiento hasta Melilla la tomó el Gobierno conservador presidido por Antonio Maura ante los preocupantes derroteros que el nuevo enfrentamiento bélico surgido con las cabilas rifeñas de los alrededores de la plaza española estaba tomando en las últimas semanas. 

Pero remontémonos unos pocos años antes para entender mejor aquel conflicto.

Dentro del contexto de la política colonial de las potencias europeas con respecto a África a comienzos del siglo XX, en 1904 Francia y el Imperio británico habían firmado la famosa «Entente Cordiale», que permitía la expansión francesa por Marruecos y Argelia, frente a las pretensiones de Alemania. A los pocos meses, en octubre de dicho año, Francia firmó un acuerdo con España en el que se consideraba que la región montañosa del norte del actual reino de Marruecos sería zona de influencia española.

Aquella región, conocida como el Rif, se caracterizaba desde antiguo por ser una zona en la que el gobierno central del sultanato de Marruecos tenía bastantes dificultades para ejercer su control, tanto político como administrativo. El verdadero poder lo detentaban los jefes de las diferentes cabilas, es decir, las tribus bereberes asentadas en el territorio.

Así las cosas, las comarcas más próximas a Melilla, plaza militar española enclavada desde finales del siglo XV en aquel territorio, estaban desde 1902 bajo el control de un personaje conocido como Bu Hamara, que se había levantado contra el sultán de Marruecos, apoyado por las cabilas rifeñas bajo la promesa de expulsar a los extranjeros del territorio. Su centro de poder estaba en la alcazaba de Zeluán, situada a unos 30 kilómetros de Melilla.

Pero, cuando en 1907 se descubrieron minas de hierro y plomo en el territorio, Bu Hamara realizó concesiones a favor de dos compañías extrajeras. La de hierro, localizadas en la zona del monte Uxian, a la Compañía Española de Minas del Rif (en la que tenían fuertes intereses económicos el Conde de Romanones y la casa barcelonesa Güell); y la de plomo argentífero del Monte Afra a la Compañía del Norte Africano (con capital francés). Las concesiones incluían también la autorización para construir un ferrocarril desde Melilla a las minas para permitir una mejor explotación de las mismas.

Con ello, los rifeños se sintieron traicionados por Bu Hamara y se rebelaron contra él, esta vez liderados por Mohammed Ameziane. El nuevo líder con numerosos contingentes armados de diversas cabilas comenzó a hostigar a los trabajadores de las compañías extranjeras, consiguiendo paralizar tanto los trabajos mineros como la construcción del ferrocarril. 

Ante esta nueva situación, los responsables de las dos compañías mineras presionaron al gobierno español, amenazando con que, si las tropas españolas de Melilla no podían garantizar sus intereses, pedirían ayuda a las tropas francesas acantonadas en Argel. Ante esta tesitura, que suponía que si no se actuaba con firmeza se podría entender que España renunciaba a ejercer su derecho a controlar aquella zona de influencia, el Gobierno de Maura cedió a las presiones y dispuso que las tropas de Melilla protegieran a los trabajadores que construían el ferrocarril.

Así las cosas, todo se precipitó el día 9 de julio de 1909 cuando un grupo de trabajadores españoles fueron tiroteados mientras construían un puente para la línea férrea, situado a poco más de 4 kilómetros de Melilla. La respuesta inmediata a esta agresión fue un tanto precipitada, sin información de la situación real de las comarcas adyacentes, en las que los rifeños sublevados tenían ya una posición dominante en las alturas del macizo montañoso del Gurugú. Frente a esta realidad, las autoridades militares de Melilla pensaban que aquello sería una simple misión de castigo contra los agresores. Ello conllevó diversos errores en el avance de las tropas, que no eran conscientes de que los rifeños controlando dichas alturas y estaban en posición, incluso, de hostigar la propia plaza de Melilla.

Obviamente no es este el lugar de narrar y analizar con detalle todas las operaciones que se desarrollaron en las siguientes semanas, entre las que no podemos dejar de citar el conocido «desastre del Barranco del Lobo» ocurrido en la noche del 26 al 27 de julio, con 752 bajas españolas entre muertos y heridos, cuando una columna salida de Melilla se extravió, desviándose e internándose en el Barranco, donde fueron atacados por los hombres de las cabilas desde las dos laderas.

Conscientes tras aquel desastre, y también empujados por la fuerte contestación social que en el conjunto de España estaba teniendo el desarrollo de las operaciones (recuérdese en este sentido la Semana Trágica de Barcelona motivada por el embarco de reservistas destinados a Melilla), el Gobierno y las autoridades militares cambiaron radicalmente la estrategia para hacer frente al conflicto, asumiendo que se trataba de una verdadera guerra. 

En su desarrollo, la Compañía de Aerostación mandada desde Guadalajara tuvo un papel fundamental, como leeremos en los párrafos siguientes.