El futuro de los pueblos

Beatriz Palancar Ruiz
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La Asociación Pueblos con Futuro, desde 2020, ha permitido la llegada de una veintena de familias a lugares despoblados de la provincia, una aventura que iniciaron hace algo más de un año Lyn y Javier en Peralveche

Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo. - Foto: Javier Pozo

Son muchos los que buscan la solución mágica para solucionar el problema de la despoblación pero el reto de establecer nuevos pobladores en lugares que se están quedando deshabitados es muy complejo. Poniendo un granito de arena en esta dificultosa tarea está la Asociación Pueblos con Futuro que, desde su origen en 2020, ha permitido la implantación de 24 familias en 15 pueblos de la provincia de Guadalajara y otras localidades cercanas de Madrid, Zaragoza y Cuenca. En total, han sido 28 las familias con las que han trabajado pero en dos casos se marcharon por falta de adaptación, y en otras dos ocasiones, al ser ucranianos, decidieron regresar a su país o a Alemania para encontrarse con su familia. 

En estos momentos, la Asociación Pueblos con Futuro espera la llegada de otra familia más, la número 25, a la provincia de Guadalajara. Ayudan a personas que buscan una nueva oportunidad, una segunda vida. El proyecto ha permitido que se hayan generado 46 puestos de trabajo y 45 matrículas escolares nuevas en el medio rural. En su mayoría, son personas originarias de Venezuela, Ucrania, República Dominicana, Colombia, Perú, Guatemala o Georgia. 

Entre las familias que sí se han adaptado al medio rural está la de Javier Ibáñez y Josephine Patary, que llegaron a Peralveche en septiembre de 2021 con sus dos hijas para hacerse cargo del único bar-restaurante del pueblo. Procedían de Collado Villalba, sus altas en el padrón hicieron posible que el Ayuntamiento alcanzara 41 vecinos. Y es un número nada desdeñable porque, como comenta Javier, en el último año se han producido tres bajas por fallecimiento. 

Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo.Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo. - Foto: Javier Pozo

A su llegada demostraron que tenían coraje porque, cumpliendo con una petición del alcalde porque era aún verano y el pueblo estaba lleno, abrieron su negocio, La cocina de Lyn, a los dos días de su llegada, y desde entonces, no han cerrado ni un solo fin de semana. 

«Era una oportunidad muy buena. Yo estaba teletrabajando y nos vinimos. Nos liamos la manta a la cabeza y abrimos. Fue una marabunta porque la gente estaba esperando a que abriéramos. Se nos llenó la terraza, el interior del bar, vinieron amigas de Lyn para ayudarnos a afrontar ese primer envite. Y desde entonces, casi, casi, sin respirar, sin cerrar ningún fin de semana y amoldándonos o adaptándonos a lo que se nos iba reclamando», recuerda Javier.

Precisamente, la fluctuante demanda es uno de los principales condicionantes a la hora de mantener su negocio. Ofrecen un servicio diario, salvo los martes por descanso, que atienden gracias a la llegada de comensales de lugares cercanos como Trillo, Cifuentes o Sacedón, que han probado la cocina casera de Lyn y que no les importa hacer kilómetros para degustar un menú de calidad a un precio más que razonable, doce euros.

Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo.Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo. - Foto: Javier Pozo

Durante el invierno, reconocen que el flujo de personas es inesperado: «El sábado pasado tuvimos lleno el salón y duplicamos mesas, y el domingo tuvimos a dos o tres personas comiendo. Pero como somos cuatro de familia, lo que sobra, nos lo comemos el resto de la semana. Lyn cocina igual que si fuese para casa, que es lo que aprecia la gente. Si ves los comentarios, todos destacan que es una comida casera de verdad. Si vienen 30 personas hay que darles de comer. Tenemos recursos para poder atenderles y la sana costumbre de decir que no a nadie. A veces, se triplica la cantidad de gente que esperas. Es muy fluctuante. Tienes que tener materia prima buena y hay que dar el servicio oportuno para que la gente no se impaciente porque la cocina tiene tres fogones y un horno. Tenemos que andar templando impaciencias pero la gente lo entiende», comenta Javier.

En cambio, en verano, se ven obligados a contratar a dos personas para poder atender la terraza. El pueblo se llena, sobre todo en agosto, y no pueden echar el cierre ningún día de la semana.

Lyn es filipina y cuenta con una dilatada experiencia como cocinera, tanto en su país como en España. Por ello, entre los platos estrella del restaurante están especialidades como el rabo de toro, las carrilleras de cerdo, pero también otros platos elaborados con legumbres, verdura o pastas, así como croquetas o sus rollitos de primavera. Precisamente, la fusión de una delicia típica de su país con producto autóctono han dado como resultado  los rollitos de rabo de toro, que le hicieron merecedora de un premio de la Ruta de la Tapa del Alto Tajo que el año pasado creó el colectivo Rumbo Rural. 

Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo.Lyn y Javier residen desde septiembre de 2021 en el municipio de Peralveche y atienden el bar-restaurante del pueblo. - Foto: Javier Pozo

Ahora, están a la espera de presentarse a la nueva ruta del plato de cuchara, promovida por la misma asociación, que esperan que comience en el mes de febrero para continuar en marzo y abril. Quizá, quién sabe, presenten el plato estrella de la casa, el rabo de toro que no falta en ningún menú.

Dedicación

La dedicación que tienen Javier y Lyn al negocio es total. Reciben el reparto de algunos productos, como las bebidas, el hielo, la carne, pero otros muchos recursos tienen que ir a buscarlos a más de cien kilómetros. Ni siquiera pueden contar con pan diario, ya que el reparto visita Peralveche tres días en semana. 

«Si vienes a que te regalen y vida fácil, de fácil no tiene nada. La dedicación es muy grande. Si te lo planteas como recurso de vida, es una buena experiencia. Si la actitud de servicio te acompaña, bien, pero si no, la gente se puede cansar a los dos años. Como aventura, es interesante», asegura Javier, que sí que reconoce que el negocio les da para vivir pero, poco más, porque tienen que afrontar la subida de costes, no solo de la luz y el gas, también de las bebidas. «Hemos tratado de mantener los precios pero la rentabilidad se nos queda en entredicho. Económicamente, un poquito asfixiados sí que vamos porque los márgenes que tenemos son justos», reconoce.

Y a esto hay que sumar el combustible. «Sin coche, aquí no haces nada», al carecer de transporte público porque solo hay un autobús bajo petición que hace parada el viernes por la tarde para dejar viajeros y el domingo por la mañana para recogerlos. En cuanto a telecomunicaciones, el Ayuntamiento tiene una línea de wifi abierta que es limitada y los particulares pueden obtener internet a través de radio. «Lo fundamental que tiene que haber en un pueblo es un bar que funcione, transporte público y comunicaciones. Es algo que está por subsanar en todos los pueblos si pretendes que la gente se quede», reconoce Javier.

Francesca, de ocho años, es la única niña del pueblo después de que su hermana mayor, este curso, se marchara a Madrid para estudiar una carrera universitaria. Todos los días acude un vehículo de transporte escolar para llevarla al colegio de Trillo. «El hecho de que viniese una niña hizo que todo fuese facilidades, transporte escolar y comedor desde el primer día. Es a la primera que vienen a recoger y la última que traen. No tiene extraescolares, que le gustaría, pero un día a la semana sí que bajo a Trillo porque se queda en catequesis», relata Javier que recuerda que «aquí, no tiene nadie con quien jugar pero ella disfruta mucho de estar con sus papás y tiene mucha creatividad».

Sus padres creen que Francesca es la que mejor se ha adaptado a la nueva vida que emprendieron hace algo más de un año, de la mano de Pueblos con Futuro y la ONG madrileña Bocatas, y que de momento les mantiene felices en el corazón del Alto Tajo.