Editorial

Unidad de acción y también política contra el terrorismo yihadista

-

Ha vivido España la última semana dos episodios terroristas de diferente calado que han vuelto a colocar en la primera página de la actualidad informativa y de la agencia mediática el terrorismo yihadista. Por un lado, el ataque perpetrado por Yassine Kanjaa en Algeciras, que al margen de sus condiciones personales e informes psiquiátricos que se han ido conociendo, ha conmocionado a una ciudad y a todo un país por la crudeza del ataque que propició contra un sacerdote y contra un sacristán, que falleció por la gravedad de las heridas. Por otro lado, la detención de Fath Allah Benhachem Grarrass en Girona, ha evitado que se materializara algún ataque contra objetivos individuales y accesibles asociados a los gobiernos español o marroquí, o bien a intereses judías, como se desprende de su participación en grupos de propaganda en favor del Dáesh. En concreto esta última detención vuelve a recordar a todos los ciudadanos eso que las fuerzas de seguridad llevan teniendo presente durante años, porque la amenaza es real y además, actuando en forma de lobos solitarios pueden causar muchísimo dolor.

Más de mil kilómetros de distancia hay entre las dos ciudades protagonistas de sendos episodios, y con unas circunstancias absolutamente diferentes. Mientras el atacante de Algeciras no estaba en el foco de la policía por el temor a que cometiera atentados, muy diferente es la situación con el presunto terrorista detenido en Cataluña, donde desde 2017 no se han producido atentados de este tipo. No en vano, este último detenido estaba incluso en el radar del FBI estadounidense por su radicalidad, aunque ha sido neutralizado.

Con todos estos detalles, cabe tener en cuenta varias precisiones porque la radicalización puede llevar a estos lobos solitarios a cometer acciones de gran violencia. En primer lugar, los últimos episodios recuerdan que la amenaza es real, y no ha caducado. Por otro lado, que dada la gravedad de los sucesos que se pueden llegar a perpetrar, es importante que exista unidad de acción y unidad política, porque es fundamental afrontar el problema desde esta perspectiva, sacando este asunto de la discusión y mostrando un posicionamiento sin fisuras -más, si cabe, en este año electoral-.

Por último, las fuerzas de seguridad han de mantenerse vigilantes, y la colaboración ciudadana, también en estos casos, puede ser muy provechosa, a pesar de que son redes que saben guardar muy bien el anonimato. Además, cada vez los procesos de radicalización se llevan a cabo con más rapidez, lo que complica aún más la investigación. A pesar de que esta situación puede alentar el discurso del odio, cabe apelar a la cordura y a la responsabilidad para que la sociedad no se radicalice aún más.