Patrimonio en ruinas

Agencias
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Buena parte del legado cultural e histórico de Ucrania ha quedado enterrado para siempre bajo los escombros a causa de la guerra

Patrimonio en ruinas - Foto: SERGEI ILNITSKY

Muchas ciudades ucranianas han sumado sus nombres a otros como Mostar (Bosnia-Herzegovina), Mosul (Irak) o Palmira (Siria) en la lista de patrimonio histórico destruido por una guerra. 

En el caso de Ucrania, el Ministerio de Cultura tiene denuncias de más de 300 lugares de interés patrimonial atacados desde que el 24 de febrero comenzó la invasión rusa, pero aún hay demasiadas agresiones al legado cultural que todavía no han podido documentarse. Solo en Járkov, la segunda mayor ciudad del país, han sufrido daños el Museo del Arte -con la paradoja de que alberga cuadros de artistas rusos-, la Filarmónica, el Teatro de la Ópera y Ballet, la Biblioteca Científica Nacional, sus catedrales o iglesias como la de la Santa Fiel Reina Tamara.

Una suerte similar corrió el Teatro Dramático Regional de Donetsk, en Mariúpol, destruido prácticamente en su totalidad como resultado del bombardeo de un avión ruso el 16 de marzo. Parte del edificio aún se mantiene en pie, pero poco queda ya de la majestuosidad de sus imponentes salas. 

Allí, unas 300 personas que se encontraban refugiadas en sus instalaciones perdieron la vida, según denunciaron entonces las autoridades locales, en la que se convirtió en una de las peores barbaries del conflicto bélico.

Son solo algunos de los monumentos más conocidos, como otros atacados cerca de Kiev o en Chernígov, pero otros han sido destruidos en pequeños pueblos donde la pérdida de este patrimonio es menos visible, o en zonas donde continúa la guerra y que no se ha podido documentar.

El museo en llamas 

Un misil impactó una noche en el museo dedicado al filósofo Hryhoriy Skovoroda en Skovorodynivka. La imagen de este erudito del siglo XVIII aparece en los billetes de 500 grivnas, la moneda ucraniana, pero ha quedado borrada aquí por el incendio que provocó el proyectil en la que fue su residencia, convertida en museo.

De ese lugar solo quedan las paredes, con el tejado convertido en escombros y todo lo que había en el interior perdido. Milagrosamente, también quedó, casi intacta, una escultura del «filósofo del amor», como llama Hanna Yarnysh, una responsable de lo que fue el museo, a quien fue poeta, docente y compositor de música litúrgica durante el imperio ruso, de 1722 a 1794.

Yarnysh denuncia que fue un ataque más para destruir la identidad cultural de Ucrania, en una localidad donde no había combates, lejos del frente de guerra. La mujer lamenta que estaban preparando para sacar los fondos más valiosos, pero no les dio tiempo a evitar que «un misil que vale millones de dólares destruyera un pequeño museo». Algunos trozos del proyectil son de lo poco que queda entre las habitaciones quemadas, junto a un montón de escombros.

Pero no son los únicos emplazamientos históricos que han quedado en ruinas. El Ministerio de Cultura de Ucrania ha creado en su web un apartado para registrar ataques al patrimonio cultural. Ya hay más de 300 documentados. Muchos muestran edificios religiosos, como iglesias ortodoxas, mezquitas y sinagogas, además de monumentos, museos, teatros, bibliotecas y una larga lista de lo que se ha podido identificar, porque es complicado mientras sigue la ofensiva.

La Unesco tiene registrados cerca de un centenar, según informes preliminares, igualmente en su mayoría edificios religiosos. El organismo de Naciones Unidas trabaja con las autoridades ucranianas para señalizar lugares con el distintivo Escudo azul, que la Convención de La Haya en 1954 protege ante conflictos armados, además de enviar equipos para protegerlos.

Su directora general, Audrey Azoulay, ya ha avanzado que habrá que movilizar a la comunidad internacional para reconstruir el patrimonio cultural de Ucrania cuando acabe la invasión, como hizo la Unesco en Mostar tras la guerra en los Balcanes en la década de 1990 o está en marcha en Mosul para recuperar todo el destrozo provocado tras ser ocupada por el autoproclamado Estado Islámico.

La reconstrucción del patrimonio es una señal de esperanza para quienes sufren la guerra, según la directora.