«Desde verano hasta ahora, Betania está completo»

Beatriz Palancar Ruiz
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María Aguilera, como responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana, conoce de cerca la situación del centro asistencial Betania que está destinado a acoger y a trabajar por la inclusión de personas sin hogar, un recurso que se queda pequeño

María Aguilera es responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana. - Foto: Javier Pozo

Lleva diez años vinculada a Cáritas Diocesana pero desde hace dos años, María Aguilera (Granada, 1983) es responsable del área de inclusión que lo componen, el centro residencial de atención a personas sin hogar Betania, el supermercado y el restaurante solidario, distintos proyectos de acogida y otro llamado 'Tejiendo camino' en el que se trabaja con población de etnia gitana. Se siente afortunada porque su trabajo le permite ayudar a los demás, a muchos de los más vulnerables, los que están en la calle porque no tienen nada ni a nadie, y transmite un mensaje de esperanza porque ve muchos ejemplos de superación de personas que aprovechan segundas oportunidades para encauzar de nuevo su vida.

¿Han sido duros estos dos años de pandemia en el área de inclusión?
Ha sido muy complicado pero gracias al esfuerzo, trabajo y dedicación de los técnicos de Cáritas y de todos los voluntarios, nos fuimos reformulando porque todo era nuevo, había mucha normativa. Fue muy complicado pero, al final, pudimos paliar las necesidades básicas tanto de alojamiento como de alimentación que demandaban las personas que viven en Guadalajara. 

¿Hay un antes y un después en Betania tras lo más duro del Covid?
Sí, como para todos. Hay medidas que anteriormente no hacías y que seguimos utilizando. Por ejemplo, en el centro residencial mantenemos la toma de temperatura y hemos hecho más hincapié en las medidas de higiene básicas, con las que se trabajaba muchísimo, pero ahora se fomenta mucho más. 

María Aguilera es responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana.María Aguilera es responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana. - Foto: Javier Pozo

Hace algo más de un año, trasladaron su sede a la Casa Nazaret, ¿ha sido un cambio satisfactorio?
El proyecto durante todo el año 2022 se han desarrollado en las nuevas instalaciones de la avenida Venezuela. Es un centro mucho más adaptado. Tiene habitaciones individuales, baños compartidos cada dos habitaciones, una plaza adaptada para una persona con discapacidad física, hay espacios accesibles y zonas diferenciadas para la organización de talleres, actividades de ocio o de descanso. Todas estas mejoras han repercutido en mejorar los procesos individuales de las personas.

¿Cómo es el día a día en Betania?
Nuestra atención se presta en el centro, en el que hay plazas de urgencia y residenciales, que en total suman 35 plazas. Siete de ellas están destinadas a aquellos casos excepcionales para personas que están de paso por la ciudad y pueden pernoctar durante siete días. Sería para paliar esa situación de urgencia durante un corto periodo porque están de paso. Y tenemos otras 28 plazas para hacer un proceso con cada persona, con un plan de atención individualizado, y junto con ella, se marcan unos objetivos a trabajar como búsqueda de empleo, obtención de documentación y otras problemáticas personales, laborales o de salud. El trabajo aquí es multidisciplinar. Hay un psicólogo, un trabajador social, una educadora social y monitores sociales y, entre todos, junto con la persona, se marcan unos objetivos a cumplir mientras esté en el recurso, como máximo hasta 18 meses. 

¿También atienden a las personas que pernoctan en la calle, verdad?
Es un trabajo muy potente que consiste en que un técnico del proyecto junto con personas voluntarias salen por la noche y van a puntos estratégicos de la ciudad donde sabemos que hay personas pernoctando en calle porque, por unos motivos u otros, no quieren acceder a Betania. Principalmente, es porque son personas con unos consumos muy activos de sustancias tóxicas o porque tienen reticencias para venir por enfermedad mental o desconocimiento. Lo que pretendemos es hacer un seguimiento de todas las personas que duermen en la calle para generar una conexión y, finalmente, accedan al recurso. Lo que buscamos es que no haya nadie en las calles.  En este trabajo, se les entrega todo lo que necesitan y se les ofrece el servicio de desayuno y comedor que se da 365 días al año, lavandería, servicio de ducha. Aunque no pernocten aquí pueden venir a usar todos esos servicios sin ningún problema.

María Aguilera es responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana.María Aguilera es responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana. - Foto: Javier Pozo

¿A cuántas personas sin hogar atendieron el año pasado?
En todo el año 2022, 394 personas accedieron a todos los recursos de Betania. De ellos, 151 personas han hecho uso de los servicios de calle, 112 han hecho uso de del centro residencial y 176 han sido atendidas en las plazas de urgencia. Y de las 112 atendidas en Betania, un total de 53 personas, entre enero y diciembre, han finalizado el proceso personal y, de ellas, 31 han cumplido los objetivos y tienen una vida totalmente normalizada. 

¿Las 35 plazas son suficientes?
Aquí, en Guadalajara, siempre se han valorado como suficientes pero sí que es cierto que, desde verano hasta ahora, el servicio de Betania está siempre completo. Esta semana, hay dos plazas libres pero las vamos a ocupar con dos personas que han venido. La valoración de estos últimos seis meses es que serían necesarias más plazas.

¿Se han quedado personas sin atender por falta de plazas?
No hay gente que se quede fuera, en la calle, porque no haya plazas. Tenemos un convenio con el Ayuntamiento para poder derivar a gente a pensiones o a otros recursos de la zona. En Guadalajara, no hay gente que pernocte en la calle porque aquí no haya plazas. Esperemos que esa necesidad no se nos dé nunca.

¿Ha cambiado el perfil de las personas que hoy no tienen un hogar?
Sí, los destinatarios de Betania son mayores de edad, con ausencia de vivienda mayoritariamente, y entre sus características está que son autónomos pero tienen dificultades de acceso al mercado laboral o con situaciones de desempleo largas; no tienen red social o apoyos familiares; inmigrantes que tienen dificultades de acceso a los derechos fundamentales bien por situación de irregularidad o problemas idiomáticos, sobre todo, aquellos que son solicitantes de protección internacional denegada sin permiso de residencia o de trabajo; también personas con medidas judiciales por las que se les impide continuar en la vivienda familiar porque, por ejemplo, se les impone una orden de alejamiento; con trastornos de salud mental, que es una gran problemática que tenemos actualmente; con problemas de adicción a alcohol, tóxicos o juego patológico; con discapacidad intelectual sin reconocer; mayores de 60 años sin recursos. Y lo que se ha visto en aumento en los dos últimos años es la demanda de mujeres que se encuentran en una situación de desventaja social y una mayor vulnerabilidad, además de jóvenes extutelados que cumplen la mayoría de edad y se ven en la calle.  

En estos días, comienza a sentirse más el frío, ¿les preocupa?
Nos preocupa el frío ahora y también nos preocupó el calor que tuvimos este verano. El frío se lleva peor. Tenemos conocimiento de todas las personas que pernoctan en la ciudad y ellos de nuestros recursos. Pueden venir a solicitar cualquier cosa que necesiten, mantas o ropa de abrigo, alimentos. Además, hacemos visitas para que no estén desprotegidos y para informar a los que están de paso por la ciudad y no nos conocen. Aquí, juega un papel muy importante la ciudadanía porque recibimos llamadas y nosotros vamos a visitar a la persona en el momento del aviso. 

¿Cuántas personas viven en la calle en Guadalajara?
Ahora mismo, según el último recuento, hay seis personas. Es un número que se mantiene, no despunta. Guadalajara es una ciudad pequeña. Es cierto que juega un papel estratégico porque, como hay tanta logística, hay muchas personas que vienen buscando empleo. Es una zona muy de paso entre Madrid, Zaragoza y Barcelona.

¿Qué necesidades acuciantes tienen estos momentos?
La necesidad más real es que no haya gente durmiendo en la calle y es por lo que trabajamos. Lo principal es seguir trabajando para poder acompañar a todas estas personas con las que trabajamos día a día. Nuestras principales necesidades son las que nos manifiestan de medicamentos, alimentación y vestido. Es lo que más nos demandan y manifiestan. Intentamos sacar los recursos de debajo de las piedras. Una vez que todo eso está cubierto, seguimos desarrollando ideas para incrementar la calidad de atención a las personas que para nosotros es lo más importante. 

Imagino que para Betania el voluntariado es imprescindible. ¿Cuántos voluntarios colaboran?
Tenemos 16 voluntarios. Entre las distintas actividades que realizan está el trabajo de calle, las visitas nocturnas, y también el servicio de cenas, otros realizan talleres, atienden el servicio de duchas... 

¿Cómo se puede colaborar?
Cualquier persona puede hacerlo a través de labores administrativas, con una escucha activa o sirviendo una comida. En Cáritas, hay un área de voluntariado, que atiende una compañera mía, Belén, y cualquier persona que quiera realizar voluntariado tiene que ponerse en contacto con ella en el 949220027. Ella le explicará todos los proyectos que tenemos. Creo que ser voluntario es algo muy gratificante. Mucha gente, cuando cuento a lo que me dedico, me dice que es muy duro. Pero siempre digo que soy muy afortunada porque, al final, cuando ves que la gente sale adelante, y que aprovechan esa segunda, tercera o cuarta oportunidad, vuelven a tener una vida normalizada y progresan, es tan satisfactorio que todo lo demás se olvida. Son experiencias únicas que tengo la suerte de poder vivir y recomiendo que cualquier persona que tenga unos minutos para poder dedicar a los demás que lo haga porque es muy enriquecedor. Toda ayuda es poca y necesitamos ayuda, por ejemplo, para desarrollar actividades para favorecer el ejercicio físico. Eso nos encantaría, que tuvieran una actividad física más activa y que hubiese alguien que les diera unas pautas de ejercicio. Toda persona que tenga unos minutos para dedicar a los demás es bienvenido y creo que no se va a arrepentir. 

Desde su perspectiva, quedarse en la calle es algo que nos podría pasar a cualquiera, ¿no es así?
Cualquiera puede verse en esa situación. No es tan complicado. Estamos acostumbrados a los prejuicios de la típica persona tirada en la puerta de una iglesia pidiendo pero no es tan complicado, y más en la vida que vivimos, de tener una situación totalmente normalizada y, por varios factores que se juntan, estar destinado a una situación de exclusión.