La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, anunciaba, ayer jueves, un periodo de debate y reflexión para la realización de un nuevo Plan de Ordenación Municipal (POM). En anteriores planificaciones de la ciudad, incluido el último frustrado, existió poco debate, pero sí muchas presiones de los detentadores de suelo, constructores, especuladores y comisionistas varios para que los desarrollos de los planes facilitaran sus intereses. Que consistieron en habilitar suelo nuevo -consumir como si el suelo fuera un producto desechable- para la construcción intensiva con independencia de la ciudad que debiera configurarse. Por esas presiones y varias otras chapuzas la ciudad es como es. En palabras del profesor Zarate «un archipiélago» de barrios tan alejados y distantes que apenas se sabe si pertenecen a la misma entidad municipal.
En tiempos pasados se aceptó con fe casi mística que la construcción era el motor de la economía. El dogma se mantuvo férreo hasta que explotó la burbuja del año 2008. Ante nuestros ojos el dogma apareció desnudo y dejó al aire sus vergüenzas de enriquecimientos rápidos, de consumo insostenible de suelo, de desequilibrios de los servicios públicos y privados y de los elevados costes de las prestaciones de esos servicios. Así se originó la actual ciudad desagregada. Cambiar esa orientación en el nuevo POM sería la oportunidad de reparar algunos de los males anteriores y dirigirse hacia una ciudad sostenible y eficiente. Lo cual implica no tanto incidir en el consumo vicioso de nuevo suelo, sino en le rehabilitación y trasformación de la mayoría de sus barrios.
En un reciente informe del diario La Tribuna se acreditaba que más del 80% de los edificios de viviendas de más de 40 años están en mal estado. Varios barrios han quedado obsoletos. A ello ha contribuido no solo la acción del tiempo, sino, sobre todo, la mala calidad de la construcción. Así Buenavista, Palomarejos, Santa Teresa, San Antón y una parte significativa de Santa Bárbara y, por supuesto, el centro histórico, exigen no ser abandonados y sustituidos por barrios nuevos. Necesitan planes ambiciosos de rehabilitación y reforma de infraestructuras urbanas que proporcionaría trabajo e ingresos durante muchos años. De paso se incrementaría la calidad de vida y se articularía la ciudad que planes anteriores desvertebraron. Con este planteamiento en el nuevo POM convertiría Toledo en una ciudad más estética, más estructurada, más verde, más eficiente, más sostenible.