Javier del Castillo

Javier del Castillo


Asesinos con homenajes

03/01/2022

Asesinó a 39 personas y dejó malheridas en su siniestro camino a otras doscientas víctimas. Como miembro destacado del comando itinerante de ETA, la trayectoria de Enric Parot se resume en otro dato importante: haber sido imputado en 82 atentados, entre otros el de la casa cuartel de Zaragoza, y acumular 26 sentencias condenatorias, por las que le cayeron a principios de los noventa 4.800 años de cárcel. Con esta hoja de servicio salpicada de sangre, a este sanguinario terrorista de origen francés se le organiza en Mondragón un homenaje en la noche de Fin de Año.
En esta celebración también se incluye el «reconocimiento» a otros dos miembros de ETA condenados por «los servicios prestados»: Pagoaga Gallastegui, alias Peixoto, y Eugenio Barrutiabengoa, alias Albe. De no ser por la tremenda ofensa que este tipo de actos infiere a las víctimas de ETA, podríamos decir que, en Mondragón, al igual que hace unos días en Pamplona, tienen una forma muy peculiar de despedir el año. 
Los colectivos que promueven el acercamiento y la puesta en libertad de los presos etarras se pasan por el arco del triunfo – algo, por otra parte, previsible – el anuncio que hizo recientemente Arnaldo Otegi de que no habría más homenajes públicos a quienes han participado directa o indirectamente en el asesinato de 853 personas desde el nacimiento de la banda. 
El coordinador general de Bildu recomendaba fiestas en privado, sin hacer demasiado ruido, insinuando poder conseguir así nuevas concesiones del Gobierno para el «colectivo» y un lavado de imagen que les permitirá seguir avanzando en su estrategia de sacar cuanto antes al PNV de las instituciones vascas. 
El enaltecimiento del terrorismo es un delito recogido en el artículo 578 de nuestro Código Penal, pero pocas veces se actúa penalmente contra los convocantes y organizadores de estas "ongi etorri" a presos etarras liberados. Pedir el acercamiento de los terroristas encarcelados al País Vasco puede ser una reivindicación aceptable. Pero ensalzar y homenajear a quienes mataron a inocentes y destrozaron la vida de miles de familias es una humillación intolerable para las víctimas. 
Sólo en España, como denuncia Covite (Colectivo de Víctimas del Terrorismo), se honra a los asesinos. Y, sólo en España, un exmiembro de ETA, como Otegi, puede presumir de votar a favor de los Presupuestos Generales del Estado para conseguir a cambio la excarcelación de sus antiguos compañeros de la organización terrorista.
Aprovechando las dificultades que tiene Sánchez para poder decirle a Otegi y a sus compañeros de viaje «hasta aquí hemos llegado», y con la excusa del «espíritu navideño» que nos embarga en estas fechas, siguen celebrándose los homenajes a terroristas. Homenajes inconcebibles en una sociedad sana, madura y democrática. Homenajes bochornosos, como el que le brindaron en Nochebuena en Pamplona a Ignacio Martín Etxebarria, alias Mortadelo. 
Mejor sería brindar todos para que estos asesinos, cumplida su condena, tengan la valentía y el arrojo de reconocer públicamente el daño causado a miles de familias y para que, de una vez por todas, pidan perdón por sus crímenes. En definitiva, recordarles que nunca se arrepentirán bastante de haber provocado tanto dolor y tanta muerte innecesaria. 
El desprecio, si realmente fuéramos un país con valores democráticos consolidados, debería ser el mejor homenaje para estos asesinos que ahora salen a la calle.