«Es un error sacar el urbanismo de la vida de la sociedad»

Inmaculada López Martínez
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Esta arquitecta urbanista acaba de publicar 'Guadalajara desnuda', un libro en el que ofrece una visión crítica del urbanismo de la capital a través de preciosos dibujos, breves explicaciones técnicas y relatos personales cargados de ironía y humor

La arquitecta urbanista Nina Arcas. - Foto: Javier Pozo

Nina Arcas (Madrid, 1975) recaló con ocho años en Guadalajara, ciudad en la que vivió y desarrolló su actividad profesional como arquitecta funcionaria de la Junta hasta que, hace cuatro años, decidió cambiar su destino a la Sudirección General de Arquitectura de la Comunidad de Madrid. Acaba de publicar Guadalajara desnuda, un libro en el que ofrece una visión crítica del urbanismo de la capital a través de preciosos dibujos, breves explicaciones técnicas y relatos personales cargados de ironía y humor.

¿Por qué se decantó por dedicarse a la arquitectura y al urbanismo?

Es una cuestión que nunca me había planteado. Cuando estaba en BUP,  tuve que elegir una optativa y me decanté por el dibujo porque siempre se me había dado bien. En un momento dado, mi padre, que sabe más de mí que yo, me dijo que si había pensado en estudiar arquitectura. Y seguí su consejo. 

La arquitecta urbanista Nina Arcas.La arquitecta urbanista Nina Arcas. - Foto: Javier Pozo¿Qué le animó a dibujar y escribir Guadalajara desnuda?

Este libro no surge porque yo quisiera hacer un libro. La génesis del libro nace cuando me puse a dibujar sitios de la ciudad en los que me estaba sintiendo incómoda por querer entender qué pasaba ahí, qué les estaba faltando o sobrando. Me gusta el urbanismo y sé que Guadalajara adolece de valores buenos en este sentido y quería entenderlo. Entonces, lo primero que hice fue dibujar, dibujé mucho, reuní tantos dibujos que se me ocurrió investigar y fue entonces cuando apareció la vertiente técnica. Después, surgió la versión más personal de los relatos. 

¿Pretendía que fuese un libro tan ameno y didáctico?

La arquitecta urbanista Nina Arcas.La arquitecta urbanista Nina Arcas. - Foto: Javier PozoSí, este libro no es profesional sino absolutamente personal, es un libro mío y para mí sobre cómo veo la ciudad. Está hecho para desfogarme, para sacar de mí algo que me dolía y,  una vez que ya ha salido, espero que le pueda ayudar a alguien. Mi voluntad es que la gente pueda entender el urbanismo diario. Quería llegar al conjunto de la población para que comprendiese por qué Chueca Goitia decía que Guadalajara era la peor o la segunda peor ciudad de España. Hay que hacer que la gente lo entienda porque, al final, los que conseguimos que las cosas cambien somos la ciudadanía. Si la ciudadanía no es crítica, no va a conseguir nada. Los políticos responden a demandas sociales y si la sociedad no demanda nada, todo sigue igual.

¿Por qué considera que el urbanismo es tan importante?

Es un grave error sacar el urbanismo de la vida de la sociedad. Es una materia de la que no se habla, que no se transmite, que no se estudia por el común de los mortales y creemos que nos es ajena cuando, en realidad, es todo lo contrario. Todo está ocurriendo en la calle, es nuestro escenario, es donde nos movemos. ¿Y cómo es esa calle? Pues esa calle la ha elegido alguien que sea así. 

Entre su afirmaciones, señala que Guadalajara es «una ciudad físicamente áspera». ¿Por qué?

En primer lugar, todos sabemos que Guadalajara ha destruido gran parte de su patrimonio a lo largo de la historia. Directamente, destrucción. Después, hay una vertiente con respecto al patrimonio histórico que queda que se maltrata no invirtiendo a tiempo o poniendo a su alrededor una cantidad de ruido visual que lo omite, que lo oculta. Por ejemplo, si tenemos la Capilla de Luis de Lucena y al lado dos torres de diez plantas, es que nadie la va a ver. En tercer lugar, la arquitectura tradicional que existe pero que no está catalogada, véase casas de toda la vida de la Calle Mayor, no se mantiene y, por tanto, aparece la ruina. Y no sólo los propietarios tienen la obligación de mantener esas casas es que la administración tiene la obligación de obligarles a mantenerlas. Por tanto, es un proceso de responsabilidades compartidas que no se está cumpliendo. Y el cuarto palo que sustenta el leitmotiv de este libro es el diseño urbano actual, que ha sido erróneo en muchos momentos. Por ejemplo, aceras donde un edificio de un lado tiene dos alturas y al otro lado hay diez; manzanas en las que todas las viviendas son unifamiliares y hay una torre de seis plantas; zonas verdes residuales que son de una calidad muy baja como las de las Casas del Rey; secciones de calles que están desproporcionadas porque la vía es enorme (eso ocurre mucho en Aguas Vivas) y, sin embargo, la altura de las edificaciones, aunque parezca increíble, es menor de lo que la vía pide, etc. Son cuestiones que es cierto que ocurren en muchas ciudades, pero el problema de Guadalajara es que sucede en todas partes, es la elevada proporción. 

¿Le duele que sea así?

Me duele tanto tanto como que le he dedicado seis años de estudio y de trabajo a esta incoherencia de ciudad en la que me he criado. 

¿Cuál es el origen de esta situación?

Guadalajara es una ciudad muy antigua, se originó con los árabes, pero tuvo un momento álgido de desarrollo en los años 50-60 cuando se la seleccionó por parte delInstituto Nacional de Urbanismo como uno de los cinco polígonos de descongestión de Madrid. Como consecuencia, Guadalajara recibió en 20 años el doble de población que tenía. Fue ahí cuando se desarrolló todo el polígono del Balconcillo. La gente que vino no era de Guadalajara y no vivían la ciudad como propia ni como algo que hubiese que conservar y cuidar. Ellos se instalaron aquí y sobrevivieron como pudieron. Por otro lado, falta muchísima cultura de la belleza, la belleza está infravalorada. Y claro, luego está la codicia. La codicia con mayúsculas. Porque estamos hablando de Guadalajara, pero podríamos referirnos a todo el Corredor del Henares como desarrollo primero industrial y después logístico que, hasta nuestros días, está siendo voraz. 

¿Por qué echa mano de la ironía a la hora de plantear este libro? 

Por suavizar la situación. Porque si de verdad digo todo lo que pienso, nadie querría acercarse a leer el libro. Los dibujos son amables y las historias son bonitas porque es una manera de llegar a la gente. Yo quiero que la gente sepa que Guadalajara tiene un problema, pero no puedo decirlo de malas maneras. Lo que más me interesa es buscar una solución. Cuantas más personas lean el libro y sean conocedoras de que esto podía haberse evitado, más atropellos evitaremos a futuro. Es nuestra responsabilidad como personas que vivimos en este tiempo dejar a nuestros seguidores algo mejor de lo que nos hemos encontrado. Si hubiese sido demasiado incisiva, en modo chulesco o sarcástico, si me pongo a señalar, si no ofrezco algún episodio amable en el que también se vea que ha habido buenas intervenciones, los oriundos de Guadalajara me rechazarían frontalmente y no se querrían acercar a las profundidades de este libro que, de verdad, siente lo que le ha pasado a esta ciudad. Siento profundamente que esta ciudad se haya visto tan maltratada, no es justo. No es justo porque tuvimos y todavía tenemos un patrimonio maravilloso.

Dice que todo surgió en la Cuesta de Hita. ¿Por qué en esa calle?

Me encontraba rebasando la Concatedral para aproximarme al puente en dirección al barrio del Alamín. Justo ahí se ven las casas pequeñitas, humildes, las primeras casas de los que allí estaban extramuros, digamos, repudiados. Y luego, detrás, aparecen unos bloques enormes, las torres del Alamín, igualmente humildes y repudiadas, pero mastodónticas. Esa dualidad de pobreza de dos maneras distintas, una en blanco y otra en gris, me resultó tremendamente plástica, casi una escultura dentro de la ciudad.  

Aunque ya ha citado algunos ejemplos, ¿cuál cree que son los mayores atentados contra la arquitectura y el urbanismo que se han cometido en Guadalajara?

Empezaría por el maltrato de la Calle Mayor con el Palacio del Infantado como pieza principal, con todo el ruido colateral que tiene de carteles tutti frutti, solares, fachadas con poliuretano... No respetar el entorno ni cuidar el valor que tiene el Infantado y la Calle Mayor, que lo tuvo y todavía le queda algo, es algo que me parece muy doloroso. Por ejemplo, el vidrio negro que está junto a la iglesia de Santiago, no tiene nombre. Desde hace tiempo, el Ayuntamiento tiene la obligación de redactar un Plan Especial de protección del casco histórico y no lo ha hecho. En otro orden de cosas, están esas torres enclavadas en la trama original de la ciudad de la época de los 70, con eso ya no podemos hacer nada. En tercer lugar, citaría el desarrollismo desmedido en grandes consumos de suelo. Durante los años 2000-2010, se duplicó la superficie de Guadalajara con un tipo de desarrollo que nada tiene que ver con el eco urbanismo donde se vela muchísimo por ser prudente con el consumo de materias primas, ahí se incluye el suelo, donde las orientaciones y el tipo de edificios son de de bajo consumo, etc. Es decir, un montón de aspectos que se podían haber tenido en cuenta en ese desarrollismo, pero que fue tan voraz que se obviaron por completo. Y hay una cuarta cosa muy importante: no respetamos la entrada de la ciudad. Tenemos un polígono inmenso en todo el Corredor, con naves logísticas enormes. Tanto es así que las últimas han cruzado el otro lado de la A-2, se han puesto en una zona cien por cien de naturaleza agrícola y ya no dejan ver las terreras de la Alcarria. Esa entrada es la que le ofrecemos a los millones de personas que cada año pasan por la autovía. Les estamos diciendo: «Esto es lo que somos: industria y logística». Nadie puede imaginarse que tengamos el Palacio del Infantado. Es una pena porque en los polígonos vigentes hay muchísimas naves vacías y, aún así, se sigue reclasificando suelo con uso industrial. No lo puedo entender.

¿Tiene solución el casco histórico? 

La solución pasa, primero, por que todos sepamos que hay un problemón, que somos corresponsables y exigirle al Ayuntamiento que elabore ese Plan Especial de protección, que lo haga ya porque cada agosto cae un inmueble más. Y son inmuebles que normalmente están catalogados en el Plan de Ordenación Municipal (POM) de la ciudad. El último, el de la familia Solano. Pero es que anteriormente cayeron otros en la Plaza de España y también en la Plaza Mayor. Es un goteo constante de pérdida de la tradición y de la arquitectura vernácula que se debería parar ya. Ese Plan Especial sería de obligado cumplimiento y daría una imagen homogénea a toda la Calle Mayor que, ahora, es tierra de nadie.

¿Estamos a tiempo de salvar o mejorar urbanísticamente la ciudad?

Creo que ya poco, pero de lo que nos queda siempre se está a tiempo. 

¿Cómo debe ser el nuevo POM que se proyecta para la ciudad? 

Desde luego, no debería ser desarrollista, ya tenemos suelo de sobra en la ciudad porque la población no está creciendo. El suelo es un bien limitado, no es algo con lo que se deba especular. 

¿Qué le gusta de Guadalajara? 

Hay lugares de Guadalajara que me encantan como la unión de las plazas General Prim y San Esteban, la calle Bardales (si se pudiera recuperar sería fantástico), el trazo de las calles del casco antiguo, el endosado romano del puente, el Palacio de Infantado es un monumento de orden nacional... Guadalajara tiene otras cosas buenísimas: es una ciudad fácil de recorrer, con mucho verde, tiene una escala muy dominable y está ubicada en un lugar estratégico y bien comunicado. 

¿Podría citar algunas intervenciones afortunadas?

Creo que el antiguo matadero se trató con especial delicadeza y acierto. También destacaría el nuevo puente paralelo al puente árabe. Está tratado bien y visualmente no molesta. 

¿Ha sido intencionado el hecho de presentar este libro cuando ya no reside en Guadalajara?

No creo que haya sido casualidad. Tengamos en cuenta que soy funcionaria y no puedo llevar expedientes en los que me vaya a ver condicionada. Alejándome me he sentido más fuerte y cómoda.