Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Cómo evitar hablar de fútbol en un día como hoy

27/11/2022

Procura uno evitar hablar y escribir de lo que entiende poco. De fútbol, por ejemplo. Dicen que de política y de fútbol sabe, o dice saber, todo el mundo. De lo segundo, uno es apenas seguidor --de lejos-- del equipo de su pueblo. De lo primero ya no sé si entiendo algo, tras muchos años de seguir muy de cerca los avatares de la política española. Pero está claro que este domingo me plantaré, por placer y descanso, ante el televisor para ver ganar --espero-- al equipo nacional, tras haber pasado la semana sentado, por obligación y con cierto hartazgo, siguiendo las peripecias de nuestra pintoresca vida parlamentaria. Y lo que nos viene...

Porque la semana que hoy concluye ha sido bastante lamentable para todos aquellos que deseamos para nuestro país una democracia más sana, más limpia, más imaginativa, más leal con el ciudadano, más acorde con un mundo en cambio acelerado. El 'superjueves', que prolongó la sesión hasta el 'Black Friday', fue un día de gloria y miseria para Pedro Sánchez, que no pasó apuros ni para aprobar unos Presupuestos de los que todos hablan y pocos han estudiado, ni para comenzar el recorrido que llevará a la polémica supresión de la sedición como figura en el Código Penal. Esa fue la gloria, ampliamente jaleada, y no sin razón, por los suyos.

La miseria consiste en que el país se halla más dividido que nunca, lo que resulta evidente en el discurrir del Parlamento, que en teoría --cada vez más en teoría, puesto que el reparto de escaños ya no se corresponde con lo que será la realidad en las urnas-- es la máxima representación de la voluntad popular. Es obvio que el Partido Popular no podrá pactar con Ciudadanos una alianza de gobierno, de la misma manera que me parece evidente que al PSOE no le bastará una coalición con Unidas Podemos, que va claramente a la baja, para alcanzar la mayoría. Así que la verdad es que Sánchez, para sobrevivir en La Moncloa, dependerá cada vez más de sus 'socios externos' PNV, Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya. Eso es lo probable y lo es más tras las votaciones del pasado 'superjueves'.

Así que los españoles encaramos un futuro político basado en algo parecido a lo actual, pero con mayor dependencia de los nacionalistas y separatistas y menor obligación de aceptar las ocurrencias del 'partido de los líos', o sea, Podemos. La alternativa es la gobernación de un partido conservador moderado, o sea el PP, en una casi segura forzosa alianza con otro partido, no precisamente tan moderado, cuyos parlamentarios protagonizan frecuentes salidas de tono en el Congreso y el Senado y que suscita serios recelos sobre qué haría en caso de obtener algún poder.

Si le digo la verdad, no parece un panorama muy alentador, pero esas son las consecuencias que nos trae una normativa electoral claramente inconveniente para el interés de la nación y que ningún responsable político parece atreverse a sugerir siquiera que debe reformarse a fondo. Sospecho que, si nadie lo remedia, y nadie parece dispuesto a hacerlo, vamos a tener ante nosotros unos meses de más de lo mismo: crispación, batalla entre las dos Españas, opacidad, inveracidades (vamos a llamarlo así), inseguridad jurídica y mal funcionamiento de las instituciones. Y no parece que unas elecciones pudiesen alterar este pugnaz panorama.

Consciente de ello y de antemano perdida casi toda esperanza, ya digo que me plantaré en la tarde-noche de este domingo ante el televisor, provisto de una banderita rojigualda, para ver el triunfo de los 'nuestros', esos chicos magníficos que parecen ya ser lo único capaz de unirnos a todos los españoles, aunque sea en torno a un balón. Así que, al final, no he podido resistirme a hablar de fútbol en un día como el de hoy. Adelante, oooeee...