"En mi balanza hay más razón, pero por dentro hay un volcán"

María Albilla (SPC)
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"En mi balanza hay más razón, pero por dentro hay un volcán" - Foto: Arduino Vannucchi

Un viaje en el tiempo a finales del XVIII y una historia de amor basada en una leyenda entre un indio kaskaskia y una criolla le han servido a Luz Gabás para entretejer una filigrana de personajes y hechos reales en la que considera su mejor novela hasta la fecha. Por lo pronto, Lejos de Luisiana le ha procurado abrazar el Premio Planeta.

Lejos de Luisiana es una novela histórica, pero tiene amor, mucho amor, y diferentes tipos de amor.
Así es. Por seguir con el río de la vida de Suzette, está la relación fraternal con su hermana Margaux. Para mí, ella representa la razón, la ilustración, el concepto del deber, de lo que hay que hacer, mientras que Suzette es el cercano romanticismo, el ansia de libertad, se revela lo que puede dentro de los tiempos que le toca vivir. Es una relación muy bonita. Está el amor por la tierra representado por la figura de Ishcate de Kaskaskia, el indio que ha crecido entre dos mundos y que ve cómo el segundo se va apoderando del primero, lo que le entristece. Hay otro tipo de amor, que es al trabajo, el sentido de la responsabilidad de los gobernantes que van a servir a su patria… Y, por último está el amor romántico, el deseo, pasión y atracción de un hombre y una mujer de dos mundos distintos que ven cómo el contexto que les toca vivir les carga de obstáculos. 

¿Con este sentimiento tan universal se pueden explicar grandes temas de fondo como en este caso el conflicto social, el cruce de culturas, la vida a través, por ejemplo, del río Misisipi a finales del XVIII…?
¿Existe alguna novela en la que no se hable de amor? Lo que hay en las novelas son grandes personajes (o no) que se relacionan e inevitablemente surge el deseo de compartir, de caminar por la vida junto a alguien. Es el concepto de que compartir tu vida con otra persona te hace mejor y hasta te completa.

Este libro ha sido un gran reto"

Cuando le concedieron este premio, comentó que casi le cuesta la salud por la ardua tarea de documentación que ha llevado a cabo durante casi tres años. ¿Hay tanta novela histórica ahora que a veces todo vale?
Es más una cuestión de encontrar el equilibrio. La novela histórica implica compromiso con la Historia, que los hechos que cuentas estén contrastados y sean veraces, y que la parte de ficción sea verosimil. Veracidad y verosimilitud son dos conceptos diferentes, pero que se complementan. No se puede apoderar una parte de la otra. Yo pienso que las novelas que han llegado al público son aquellas en las que se ha disuelto bien la información para crear los escenarios, pero no para dar una lección de Historia. Esto es fácil decirlo, pero difícil conseguirlo. 

¿Hay más pasión o más razón en esta novela?
Yo creo que la tensión entre la pasión y la razón la llevamos todos en la vida. ¡Cuántas veces el corazón te dice una cosa y la cabeza otra! En mi caso, siempre me ha gustado mucho el movimiento romántico del siglo XIX y por eso aparece ya en la novela. El amor, la muerte, la espiritualidad, el deber, la obligación, lo que quiero hacer y lo que realmente hago... eso es la vida.

¿Y en su vida?
Yo soy de la tensión. En mi balanza aparentemente hay más razón, pero por dentro hay un volcán en ebullición, por eso soy escritora. 

No es un dato muy conocido que España ocupó hasta un tercio de América del Norte. En este caso hablamos de Luisiana, un territorio que recibió de Inglaterra tras ganarle la guerra a Francia. ¿Fue un legado envenenado por lo complicado de gobernar esta zona?
Sí, Francia se quitó un inmenso territorio de encima que le producía muchos gastos y le pasó a España unas tierras de las que no estaban ni siquiera muy claros los límites. Hubo que empezar a poblarlo, con todo lo que costaba, pagar el viaje a los colonos... Y allí no había oro, había pieles... Fue un momento muy complicado y solo duró cuatro décadas, por lo que tampoco ha quedado muy recogido en la Historia. 

¿Existe alguna novela en la que no se hable de amor?"

¿Y usted cómo llegó allí?
Conocía algún titular del tema, pero no demasiado, hasta que en Zenda me pidieron un relato sobre el papel de España en la independencia de EEUU y ahí empecé a refrescar ideas y, de repente, lo vi. Veía el contexto, el sitio, a los españoles en reuniones con los nativos, a una joven criolla... Di con una leyenda de un indio nativo kaskaskia que se enamoraba de la hija de un comerciante francés, se fugaron, los pillaron... Tuve clarísimo que ahí había una novela. 

¿Es una manera este tipo de literatura de instruir sin aburrir?
Siempre. Esto va en mi forma de ser. He sido muchos años profesora y parece que siempre tiene que haber alguna utilidad. A mí me gusta que las novelas que leo me entretengan, porque me quiero evadir un poco de mi vida real y que me enseñen. No hablo solo de lecciones de Historia. Por ejemplo, la novela de Cristina Campos mueve a la reflexión y eso para mí también es aprendizaje. La verdad es que es raro que no me guste una novela porque siempre encuentro algo.

¿Cree que esta es su mejor novela?
Estoy por decir que sí. Por reto literario en cuanto a voces, escenas... Es que ha sido un gran reto. 

¿Cómo se la imagina si alguien decide llevarla al cine?
Sería un peliculón con un gasto en producción que tela marinera. ¡Tiene que ser carísimo!

Si se lleva al cine será un peliculón"

Usted es de un pueblo, Monzón, y vive en otro, Benasque, del que fue alcaldesa durante cuatro años. En breve llegan elecciones en las que se empezará a oír hablar de la España vacía. ¿Qué le suscita?
Te puedo contestar más por experiencia de vida que como política, porque yo nunca me he considerado política. La administración avanza con demasiada lentitud, es así. Yo intento fijarme en lo positivo... Es verdad que ahora hay más lugares donde llega la fibra; pues venga, igual se quedan dos familias más... 
El problema es que las decisiones se toman en despachos alejados de la vida cotidiana de las personas que habitamos en el mundo rural y que, por tanto, no se ajustan a las necesidades reales que conocen quienes viven ahí. Creo que tendrían que patear más el territorio y reunirse con los vecinos no solo cuando haya elecciones. Para que las gente se quede en el mundo rural tienen que darse unas condiciones que muchas veces, la verdad, nos ponen a prueba a los que vivimos allí.

¿Ya tiene en la cabeza alguna historia para cuando vuelva a sus Pirineos tras la locura planetaria?
Ideas sí, pero ahora siento que estoy empezando a destetar esta novela y la tengo que acompañar en este viaje hasta que coja carrerilla. De momento no hay nada concreto. 

Es la primera autora en llevarse en solitario el millón de euros. ¿En qué se lo va a gastar?
La primera mitad es para Hacienda. La otra me va a servir para tener tiempo y calma para poder escribir la siguiente. Desde luego, me da tranquilidad.